XXIII
Una lección muy valiosa aprendí justamente a mis 23 años, allá en el 25 de julio de 2015.
Ese día iba yo a comprarme un celular, pero el local no tenía terminal para aceptar mi tarjeta por lo que me dijeron que debía sacar dinero. Yo estaba en el centro de la Ciudad de México y busqué un cajero Banorte en la calle de 16 de septiembre.
En el cajero había una fila sumamente enorme y yo estaba desesperado por buscar un cajero donde pudiera sacar rápido ese dinero. De todos modos yo me formé y me puse a pensar en opciones de otros cajeros automáticos.
A mi lado habían 3 chicas que platicaban entre ellas y murmuraban cosas, no se escuchaban originarias de la ciudad y empecé a sentir intriga, y cuando sacaron un mapa de la ciudad pensé en pedírselo para ver si había cerca una línea de metrobus que me dejara en Reforma y Avenida Juárez, donde había otra opción, me armé de valor y les hablé para pedirles el mapa, me lo dieron, lo revisé y no encontré nada.
Sin embargo, la duda de saber de dónde eran permanecía, yo juraba (ingenuamente) que eran de Colombia, así que les pregunté y me contestaron Guadalajara.
Una semana antes justamente, yo había hecho un viaje y hablaba con quien me acompañó de visitar Guadalajara, quería conocer una ciudad importante de este país.
Comenzamos a compartir palabras y después me preguntaron las ubicaciones de ciertos puntos de interés, así que les hice la propuesta de darles un buen recorrido por la ciudad sin ningún compromiso (es que la verdad me gusta salir, conocer y mostrar la ciudad) dado que me considero una persona que conoce algunos lugares interesantes. Sí, en mi cumpleaños no tenía plan alguno, ese día y los demás cumpleaños han sido desde los veintitantos años prácticamente muy solitarios, sin mayores planes, muy naturales.
Ellas aceptaron y comenzamos el recorrido, conocieron algunos puntos sobre insurgentes, el centro, conocieron el metro y demás. Al final terminamos en Garibaldi en un bar muy al estilo Jalisco y las acompañé al hotel donde se hospedaron, yo me despedí y me hicieron la propuesta de continuar un recorrido al día siguiente. Yo con gusto acepté y dimos un gran recorrido por Chapultepec, Tlatelolco y demás, visitamos museos, fuimos a comer agradablemente, comieron una torta de tamal y desgutaron de platillos deliciosos.
El día fue sumamente maravilloso y podíamos sentir un gran lazo, la despedida en la central de camiones fue de verdad muy emotiva, ellas me prometieron que si yo visitaba su ciudad no me faltaría nada, así como yo lo hice con ellas.
Meses después fui a Guadalajara y digamos que la promesa se cumplió, estuve muy feliz y contento, además conocí grandes personas que me enseñaron muchas cosas.
A partir de ese momento entendí que no debía yo tener miedo de hablar con las personas porque pueden ser las mejores decisiones, aprender de nuevas cosas y de tener grandes oportunidades.
Ese consejo yo doy, si tienes la oportunidad de conocer a alguien, hazlo. Quién sabe si estés frente a una oportunidad muy grande.
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