miércoles, 2 de mayo de 2018

Todos lo merecemos aunque sea una vez

II

Todos en algún momento debemos vivir muchas cosas.

Todos merecemos, al menos una vez en nuestras vidas, vivir un amor apasionado, vivir un amor que nos lleve al límite de nosotros mismos y de lo que creíamos capaz que podíamos hacer y soportar.

Todos, al menos una vez en nuestras vidas, somos merecedores de querer y amar al límite.

Todos somos merecedores de despertar cada día con el ansia de ver su sonrisa, la forma de sus labios, prometer no hacerle daño, y regalarle el corazón.

Porque es lindo ser el brillo de sus ojos,
beber vino con música en una noche y bailar en la sala o en el cuarto con esa persona a oscuras, besarla mientras duerme, dormir tomados de la mano, porque el mejor regalo es que esa persona sea lo primero que veas cuando despiertes, lo que a tu vida le hace falta, el tiempo que compartes y lo que la gente promete cuando se quiere.

Todos merecemos rendirnos ante esa persona en momentos de agradable compañía, todos merecemos llorar de alegría mientras se está disfrutando de un momento juntos en la habitación, quedarse sin palabras, sentir que las palabras no son suficientes para expresarse con esa persona.

Todos merecemos en algún punto de nuestra vida extrañarla al borde de la locura, sentir que falta todo en tu vida si no está, sentir que vas a enloquecer, pero saber que hoy y mañana y los días que sigan son perfectos para estar agradecido de que están juntos, porque esa fuerza es la que hace que soportes ese dolor tan fuerte de no estar a su lado y que se convierte en quererla y besarla cuando la veas.

Un amor volátil, eso merecemos mínimo una vez, explosivo como la dinamita, apasionado, pero con muchos riesgos, un amor con un final también explosivo. Un final que te derrumbe y que quieras que tus heridas se las lleve esa persona con su partida, en espera de que vuelva y tal vez vuelva por ti.

La extrañarás, no mentirás, pero sabrás que por todo el tiempo y momentos que vivieron juntos, tú y
esa persona guardan el sabor a ustedes. Estarás satisfecho al final de que, quizás, podrán pasar más de mil años, muchos más. Pero en la boca llevarán sabor a ustedes. Quizás.

Todos merecemos eso, aunque al final, tras haber salido de todo esto, te des cuenta que todo resultó ser solamente un episodio, una etapa, una simulación y hasta un espejismo, una faramalla, una falsa realidad o un montaje del cual fuiste tú el protagonista. Inclusive quizá hasta creas que fue una etapa que habrías preferido ahorrarte, pues te sientes arrepentido de haber entregado tanto a alguien que quizá no debiste entregar, a alguien que no lo merecía, quizá hasta piensas que fue un desperdicio haber entregado tanto, tantas cosas a alguien que no valía la pena, pero en fin. Quizá le tengas odio, rencor, coraje, pero eso no servirá de nada, tampoco es para tanto. El punto es vivir la entrega de uno mismo en cuerpo, alma, mente y corazón, aunque todo haya sido algo nunca fue, estás satisfecho con tu trabajo.


El punto es vivirlo al menos una vez, porque quizá después entiendas que no todo en la vida debe ser así y esa pasión no es necesidad en tu vida, o al menos por un tiempo.

Entenderás que esas sensaciones no deben estar presentes en cada día de tu vida y que lo más conveniente para ti es simplemente mantenerte, no sé si distanciado, pero más independiente, más autónomo.

Obviamente confías en el amor y sabes que se dará de nuevo, quizá pronto, quizá no, pero buscarlo no será necesario porque no es una necesidad ansiada en tu vida. Lo que queda es vivir el momento y disfrutarlo y revivir eso cuando sea necesario.


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