lunes, 28 de mayo de 2018

El efecto dominó

XXVIII

A veces la vida va tomando forma de una manera muy particular y es importante tener en cuenta cómo fue que terminamos en el lugar en donde estamos.

Quizá hoy te encuentres trabajando en un puesto de tacos, o quizá seas un boxeador millonario, pero cualquiera de esas dos profesiones tiene una historia que no puede entenderse de manera aislada, independiente; es producto de muchos acontecimientos anteriores a tu vida. A veces el lugar donde estés pueda entenderse con poca de tu historia pasada, o quizá pueda entenderse con la necesidad de contar toda una historia muy larga.

El día de hoy quiero platicarles el efecto dominó más notorio de mi vida hasta ahora, el hilo de una secuencia de varios años que terminó actualmente y espero siga.

Supongamos que la decisión de haber empezado a estudiar Ciencias Políticas es una situación aislada y que, por lo tanto, a partir de ahí inicia este hilo, bueno, pues cuando yo era estudiante un día del año 2012 una persona se me acercó para hablarme de un proyecto como una asociación civil en la cual debíamos tener un financiamiento por parte de alguna persona con ese recurso, para lograr este objetivo tuvimos que trabajar para una persona en especial.

Después de ese trabajo y del resultado fallido de la asociación y demás, conocí compañeros que después se convirtieron en mis amigos, un día en el que yo me encontraba sin trabajo y que lo necesitaba tuve la idea de ir a comprar libros en Donceles. Yo estaba en la escuela hablando con la chica que en ese entonces era mi novia y quedamos en vernos en cierto lugar para ir a la calle en cuestión, entonces un amigo se acerca a mí y me pregunta por curiosidad qué iba a hacer saliendo de la escuela, yo le respondí lo propio, y me dijo si me gustaría trabajar en una librería. Mis  ojos se llenaron de felicidad de saber que trabajaría en algo que me iba a gustar y acepté, me dijo que me presentara en tal lugar con tales documentos.

Posteriormente trabajé en la librería desde agosto de 2012 hasta enero de 2014. Yo estaba seguro que no iba a estar ahí por siempre dado que yo, al ser estudiante, debía cumplir con otras obligaciones como el Servicio Social, y seguir adelante. Pensar en estar lejos de la librería me partía el corazón, pero era por algo mejor.

Mientras yo trabajaba esa era mi pregunta ¿dónde? Yo quería hacer mi SS en el INEGI o en el entonces IFE, y una persona (quien yo admiraba mucho) se me acercó con mucho respeto y me preguntó mis próximos pasos y a lo que me dedicaba. Tras contarle mi trabajo en la librería y mi duda de mi SS, esta persona me sugirió hacer el SS en la editorial Fondo de Cultura Económica, y dije "Wey, es cierto, esa madre es de Gobierno (en mi carrera solo puedo hacer SS en el sector público), lo voy a hacer ahí".

Llegó posteriormente la partida de la librería, de verdad fueron unos de los años más lúcidos, brillantes, coloridos y dulces de toda mi vida, de verdad partir de la librería dejó un hueco que nadie podía llenar de esa manera, me encontraba devastado de dejar ese lugar.

Yo lo dejé porque ciertamente mis aspiraciones eran otras y debía empezar a ver los trámites. Y la verdad el equipo que hicimos en la librería dio grandes resultados, confiaron en estudiantes y nos dieron una oportunidad que trajo grandes beneficios a la librería. Sentía que éramos una gran familia ahí.

Cuando me preguntó mi jefe, que fue como un maestro para mí, "¿y ahora qué sigue?", honestamente me puse a llorar de tristeza de dejar ese lugar lleno de aprendizaje y le dije "No sé cómo le voy a hacer, pero yo voy a terminar en el Fondo de Cultura". De verdad salir de ahí me trajo mucho dolor. Sé que quizá suene patético, pero de verdad le agarré demasiado cariño a ese lugar, me enseñó tantas cosas.

Impulsado por el amor a los libros, más las enseñanzas de Daniel Cosío Villegas y su legado cultural al ser fundador del FCE y ser un referente para los politólogos en México, decidí hacer mi servicio en el FCE. Dejé pasar unos meses para descansar y retomar actividades, fui al FCE en abril o mayo para apartar mi lugar y empezar en junio, dado que primero debía atender unos asuntos escolares. Me dieron fecha. El 2 de junio iniciaría. Y así fue, el 2 de junio de 2014 comenzó otra de las más hermosas etapas de mi vida.

Siempre creí que el SS debía ser una gran experiencia, no un trámite. Es la oportunidad de sentirse útil en un lugar donde no tienes responsabilidades, eres de chocolare, haces trabajo pero no trabajas realmente ahí, tienes pocas horas de trabajo, es una labor noble y aporta experiencia. Desde pequeño crecí con la idea de hacer el SS en un buen lugar, lleno de ilusiones.

Justamente 2014 fue un año maravilloso, año mundialista, servicio social, y los festejos de los 80 años del FCE, por lo tanto todo en el FCE era bonito, proyectaban los partidos del mundial, hacían ferias de libros, eventos, conciertos, comidas, regalos, correos y todo para festejar a un viejito de 80 años llamado FCE. Además trabajé de verdad, tuve un pequeño nivel de responsabilidad que me hacía sentir tomado en cuenta, formé parte de un equipo. De verdad se estaba cumpliendo una alegría pues además estaba haciendo esa labor en un lugar que me gustaba.

Cuando terminé mi SS yo me encontraba también devastado y triste, pues conocí lugares nuevos, personas nuevas, todo estaba lejos de los vicios de mis compañeros de mi facultad, definitivamente no me iba a encontrar a nadie de mi facultad ahí porque era muy remoto. Era mi espacio.

Tras haber terminado fui a una serie de entrevistas y no lograba conseguir nada. Cuando estaba en las últimas recibí un correo de mi jefe de SS para que lo fuera a ver, yo pensaba que quería ver algo pendiente de mis trámites o algo que hice mal. La noticia era una oferta de trabajo en ese lugar.

Yo con mucho gusto acepté y comencé a trabajar.

Comencé en febero de 2015, pero me corrieron en abril de 2016 y viví una etapa muy dura, sin embargo, en enero de 2017 regresé a la editorial y desde entonces estoy ahí.

Actualmente sigo trabajando ahí, me gusta y me siento muy identificado con ese lugar, es algo sano para mí, y una historia que simpre me gusta contar, sin embargo es natural que también yo busque otras aspiraciones. Así como sucedió con la librería, espero que suceda algo similar con la editorial, aunque me duela dejarla, pero creo que pronto o en algún momento deberé comenzar a perseguir otras aspiraciones y sueños.

Sólo espero, en serio, que siga siendo dentro del ámbito librería-editorial. La vida da tantas vueltas.

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