miércoles, 9 de mayo de 2018

La aventura del mes de julio

IX

Era un día especial, mi cumpleaños, justamente yo cumplía 21 años. Corría el año 2013 y estaba muy ansioso por escribir por primera vez en un cumpleaños en mi blog, eran las primeras entradas y desde entonces compartir mi vida ya me causaba emoción.

El día era muy soleado, demasiado lindo. Era verano y los últimos años empecé a notar que en vísperas de mi cumpleaños llovía demasiado, pero justamente ese 25 de julio de 2013 estaba completamente despejado el día, un buen augurio de cosas buenas.

Yo en ese entonces trabajaba en el lugar que me llenó de color durante mucho tiempo y que me forjó en gran medida la persona que soy actualmente, mi amada y preciada librería.

Como eran vacaciones yo llegaba a trabajar alegremente viniendo directamente desde casa y como tenía que reponer las horas que no trabajaba por ir a la escuela yo debía llegar más temprano. Mi horario de ese entonces era entrar a las 9 y salir a las 6 o 7 aproximadamente. Adoraba ese trabajo, debo admitir que es el mejor maldito trabajo que he tenido, definitivamente me trató super bien ese maravilloso, adorable y encantador lugar. La librería.

Bueno, pues yo llegué temprano ese día. En la librería tenían la costumbre de hacer una "cooperacha" y comprar un pastel para el cumpleañero y comerlo con él en el comedor turnándose para no dejar la librería sola. Yo honestamente estaba al acecho de ver cuando fueran a comprar el dichoso pastel y cacharlos, estaba a la espera.

Transcurrió el día con normalidad hasta el mediodía aproximadamente dado que ¡PUM! se vino abajo el sistema, lo cual no era la total catástrofe dado que en esa librería (a diferencia del 99% de librerías que conozco donde hay vendedores dependientes del sistema) siempre nos acostumbraron a conocer nuestros libros de toda la librería en general, por lo que, con un poco de creatividad, trabajo en equipo, memoria, tacto y demás habilidades podíamos atender sin problemas a los clientes salvo en casos de libros sumamente específicos con los que existía la posibilidad de que los tuviéramos pero no estuviéramos seguros.

La verdad es que ese problema lo tuvimos muchas horas y todos sospechaban que eso se debía a mi cumpleaños, me echaban la culpa

"Todo por tu culpa, Adán. Ya ves"

Hubo una ausencia tremenda del sistema que incluso tuve que llamar a otras sucursales para que me ayudaran en buscar libros y que me dijeran si nuestra sucursal lo tenía, recuerdo que en ese entonces yo iba muy seguido a la sucursal de Lindavista y tenía muchas conocidas por allá, y una gran amiga, que aún conservo, me felicitó muy a su peculiar manera, digamos que ella sería como Vegeta en mujer.

Eran muchas llamadas frecuentes a esa librería y me reclamaban de porqué no teníamos sistema. Empecé a sentir un poco de presión.

Posteriormente mi jefe nos puso más tensos dado que sospechó de unas personas sobre un posible robo, se veían muy sospechosas y podíamos estar en peligro, seguramente vio algo en especial. Por suerte no pasó nada, sin embargo nos comunicó estar alertas sobre algo que pudiéramos ver y avisar. Quedamos alertas. Nerviosos por un momento.

Pasaban las horas y nada más no veía que las personas fueran por mi pastel y empecé a sentir tristeza de que nadie se acordara de mí, sí estaba muy triste pensando que no iba a tener un bonito festejo. Fui a comer y cuando abrí el refri, éste estaba intacto, no había ningún pastel. TRISTE.

Se hacía tarde, y recibí una llamada, era Dani, con quien había empezado una relación de amistad que hasta ahora ha perdurado y me llamó cuando ella ya había abandonado Casa del Libro, me felicitó y todo estuvo lindo.

No veía a nadie ir por mi pastel ¿ya les dije que me empecé a sentir triste? De verdad estaba triste.

En la tarde vino lo verdaderamente bueno, seguíamos sin sistema pero cuando volvió no duró demasiado dado que ¡PUUUUM! se soltó un aguacero, no fue una lluvia, fue casi un huracán, fue una lluvia tan prolongada que duró también horas, una intensidad que hacía mover el techo de la librería, dicha tormenta tenía una vitalidad que hizo algo que nunca había visto durante mi estancia en ese local: Árboles cayeron, se fue la luz durante horas, agua se filtraba por el techo con goteras, los truenos eran sumamente agresivos.

Era la maldita catástrofe. Era la tragicómica vida de Mr. Señor Don Grillo. Y más porque nunca había visto a mis amigos ir por el pastel, los tenía contados, los vigilaba y estaban los mismos, no faltaba nadie, y como llovía nadie podía salir, de hecho cuando se va la luz se cierran las puertas y nadie puede entrar a la librería.

Eran tal la lluvia que, dada mi complexión, me indicaron en subir por una escalera al techo de la librería (fue la única vez que lo hice) y barrer la cantidad brutal de granizo que cayó y que provocaba las goteras, recuerdo que dije "graba bien estas imágenes, Gabriel" y así fue, vi una linda casa de un vecino que tenía un hermoso jardín y una casa de un perro. Sí.

Barrí super rápido y regresé a la librería a hacer labor de limpieza con la lluvia que no se detenía. Corríamos todos en tapar y limpiar el desastre provocado por las goteras y los truenos.

Al final de la lluvia llegó la luz y eso facilitó muchas cosas, una de ellas poder vender, pero seguía el desastre.

Ya era tarde para mi pastel, ya casi era mi hora de salida y yo estaba inconsolable por dentro, de verdad decepcionado, muy triste.

Llegó mi hora de salida y, como era costumbre, pasé a despedirme primero de mi jefe para decirle que ya me iba con tono de "ni modo, me voy".

Mi jefe me dijo "¿no te vas a quedar a tu pastel?"

En ese momento dije ingenuamente "¿Pastel"?

Y él me dijo "Sí, a ver ven"

Bajamos al comedor y sacó del refri un hermoso pastel de chocolate, enorme y bello. YO NO LO PODÍA CREER, los estuve vigilando esperando ver el momento de cómo se iban por el pastel, medí todo ¿cómo lo hicieron? No me dieron detalles, pero me dijeron que fue una total odisea traerlo, supuse que fueron en algún momento mientras estaba limpiando en plena tormenta.

Ya quedaba una hora para cerrar y esa hora fue MI HORA, tras la tormenta, la caída del sistema, un intento de robo y demás infortunios al final del día pasé un momento sumamente agradable con personas que sigo considerando como una segunda familia que me cobijó y que me dio muchas alegrías. Después de muchas emociones vino un final tranquilo, sereno y lleno de buenas pláticas y mucha alegría. Sí tuve mi delicioso pastel y lo compartí con buenos amigos. Qué bello fue ese día.

Esa historia ha sido una de las más bellas que he tenido. Uno de los mejores cumpleaños, pues estuvo lleno de aventuras, diversión, tristeza y un final inesperado que valoro hasta la fecha pues todo mundo hablaba del apocalipsis que se venía. Casi mueren todos el día de mi cumpleaños jajajaja.

Ese día quedó marcado y cada cumpleaños es señal de que cosas interesantes pueden ocurrir.

 

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