Advertencia
El presente texto parte de un hecho real (puros factos en este blog), modificando los nombres y algunas líneas argumentales de las personas involucradas, lo anterior con fines únicamente dramáticos para la trama.
Mujer Fatal: La respuesta.
Una mujer fatal (traducción del término original en francés: femme fatale) es un tipo de personaje, normalmente una villana que usa la sexualidad para atrapar al desventurado héroe. Aunque suele ser malvada, también hay mujeres fatales que en algunas historias hacen de antiheroínas e incluso de heroínas. En la actualidad, el arquetipo suele ser visto como un personaje que constantemente cruza la línea entre la bondad y la maldad, actuando sin escrúpulos sea cual sea su voluntad.
Invierno de 2015
I
Frío y sol. Es ese sol de invierno que me gusta, brillante, que deslumbra radiante pero que, paradójicamente, no calienta, no me hace quitar la chamarra. Me gusta específicamente esa época del año, todos están de buen humor, quizá por los pagos decembrinos, yo me sentía bien, era mi primer año en el trabajo que tanto me gusta, tenía a mí novia Sofía y todo iba en orden, pero algo cambió de repente en mí.
Con Sofía realmente tenía poco de haber empezado, quizá 3 meses. Pero por alguna razón que desconocía, sentía que ella ya no me provocaba lo mismo y quizá ya no me gustaba la relación. Solo pensé que quizá era producto de no haber dejado sanar una herida del pasado o que no estaba acostumbrado a ciertas cosas.
Entré en dudas. Planeaba terminar la relación. ¿Cómo? No lo sé. Ella notaba mi repentino e, injustificado, cambio de humor. Preocupación.
Como por producto de obra divina, de una confabulación o una conspiración, apareció en ese exacto momento Jessica. Mi más grande adoración durante años previos, de quien fui sujeto de sus más grandes, adorables, cariñosas y adictivas muestras de desprecio: Charlas lentísimas, cancelaciones de citas en el mismo día o incluso en el momento en el que yo ya había llegado al lugar, pan que todo hombre le gusta probar. Ella era uno de mis más grandes deseos, cumplía con todo lo que me gustaba de una mujer, deseo impulsado generalmente por el gusto a la lectura lo cual me provocaba una excitación fortísima. Sus cabellos, su figura, su tamaño, su personalidad coqueta, tierna, juguetona. Todo era perfecto en ella. Jessica era su nombre. Durante todos esos años de apasionante desprecio, ella me juraba que yo le atraía y quería conocerme para darme la oportunidad, por esa razón acepté y toleré todas esas acciones. Sin embargo, hubo un momento donde adquirí el valor de ya no hablar con ella y continuar con mi vida lejos. Hasta que se decidió aparecer en ese bendito diciembre de 2015.
Con una contundencia y sabiendo que tenía la victoria en la bolsa, determinantemente me escribía, me coqueteaba en serio, me hacía sentir que esta era mi oportunidad, la definitiva, este año era el bueno, era mi momento.
En plena coyuntura con Sofía, yo sentía que tenía un motivo para alejarme, pero aún no tenía nada asegurado del otro lado con Jessica.
Jessica me invitó a salir, me parece que fuimos a Satélite, y dimos un paseo en un parque en la noche. Nos sentamos, platicamos un rato para ponernos al día y me acarició la mano, me besó. Volé, volé y sentí que había logrado mi más grande sueño.
— Pero oye, a todo esto, me interesa mucho saber algo ¿tienes novia?
Titubeo, no tenía escapatoria ¿ya lo sabía? ¿era yo parte de su juego?
— Sí, lo lamento mucho.
Desinterés inmediato, decepción y silencio. Me reclamó el hecho de haber estado con alguien más y las repercusiones que esoconllevaba. Su partida fue súbita dejando en claro que no le interesaba tener algo conmigo mientras tuviera novia.
Contrario a lo que yo pudiera pensar, me siguió escribiendo, pero era para invitarme a su casa, a una reunión familiar.
— Ella ya lo sabía, por Dios, nadie en su sano juicio hace algo así, esto es algo planeado por ella—Me dije.
Acepté a verla. Naturalmente sin que Sofía lo supiera, pero es que en mi cabeza nada estaba seguro y yo no sabía qué podía suceder. En estricto sentido, y hasta ese momento, nada había sucedido.
Fui a Cuautitlán, hasta la lejana tierra de Cuautitlán. Fue mi primera vez utilizando el tren suburbano, disfruté mucho el trayecto. Recuerdo mucho cómo ese sol de invierno pegada dentro del tren en el camino. Se sentían aires de cambio.
Una vez bajando del tren y tomar una furgoneta rumbo a un sitio llamado “Galaxia” llegué a la casa de Jessica, me recibió con una falda de campana que dejaba ver esas espectaculares, tiernas, suaves y sedosas piernas desde encima de la rodilla hacia abajo. Mi más grande debilidad, las faldas y vestidos. En ese momento caí en cuenta que ella era la cazadora, yo la presa y su falda el anzuelo, y lo había mordido, estaba condenado.
Los actos frente a su familia fueron muy similares a como si ya fuéramos novios: me abrazaba y tomaba de la mano en su casa, frente a su familia. Queda de más decir que me provocaba un grado severo de reacciones tanto físicas como emocionales.
Un dato muy curioso que recuerdo fue sobre un primo suyo, en ese entonces tendría quizá unos 6-7 años, en el que contaban que solía pedir de regalo de reyes magos latas de atún o plátanos. En su nobleza y posibilidad de pedir algún juguete o novedad de alta gama, decidía por un alimento enlatado y otro perecedero. Admirable.
Terminada la jornada, Jessica, con toda su belleza, me acompañó, con el frío del invierno, a la parada del transporte para despedirme, besarme nuevamente, y decirme:
— Te diré algo. Aquí hay dos opciones, o es ella, o soy yo. Así que te pido que te decidas ¿sí?
Sus deseos son órdenes, su majestad. El reto ha sido aceptado y vendré lo más pronto posible con novedades.
II
Viernes 8 de enero de 2016. Habían transcurrido unas 2 semanas de lo ocurrido. Había intentado dejar pasar el tiempo suficiente para evitar fechas importantes y mancharlas con un acto horrible como una ruptura. Esa era la fecha del todo o nada.
Como era frecuente en aquellas épocas, vernos cada semana era la tradición y yo, estúpidamente, ideé el plan de terminar una relación en un lugar público como lo es el Centro de Coyoacán, pues en mi cosmovisión perduraba la idea de “Bueno, si le duele, puede irse a dar una vuelta al bazar o quizá los globos, la gente y demás elementos le distraigan el dolor”. ¡Tremendo papanatas!
Pero así fue. En una banca le comenté mis intenciones de terminar. No quedó de otra más que aceptar dicha separación.
Esa noche dormí en casa de mis papás, y mientras yo estaba echado en la cama recibí un mensaje de Sofía.
— Dime la verdad ¿me estás dejando por otra?
— No, Sofía. Te juro que no, la verdad es que ya no me sentía cómodo en la relación.
— Te estoy pidiendo que digas la verdad ¿hay otra?
Intentos fallidos de darle vueltas al asunto, de evadir la respuesta con “no eres tú, soy yo” y demás argumentos trillados. Ella ya lo sabía, solo quería que yo se lo dijera, me tuvo acorralado como boxeador en la esquina, ella era muy valiente y confrontativa. No se andaba con rodeos.
— Sí, lo siento mucho.
Aceptó y agradeció, se retiró como las grandes y deseando lo mejor. El caso, para mí, se había cerrado.
Paralelamente, acudí a Jessica, para notificarle vía mensaje, pero con una rodilla en el piso lo siguiente:
“Su majestad, su encomienda ha sido cumplida satisfactoriamente, he aquí mi presencia para que haga de su santa voluntad lo que quiera”.
Era entregarse a un ente malévolo, dictatorial, manipulador. Pero es que, con esos encantos, uno se entrega a voluntad.
— Muy bien hecho, mi amor (jamás me había dicho así), deberíamos vernos para celebrar por el inicio de algo mejor para nosotros. El inicio de nuestra relación. Además, te traje unos regalitos de mi viaje recién a Guadalajara.
Mágicamente acepté encantado. Le prometí que le prepararía su comida favorita para celebrar en mi casa. Aceptó amablemente. Nuestra celebración se llevaría a cabo el próximo lunes 11 de enero del 2016.
III
Lunes por la mañana, el sol de invierno me despertó y yo no había ido a trabajar pues estaba en un periodo obligatorio de descanso por condiciones contractuales. Adquirí todo lo necesario para preparar su comida favorita y mientras veía la TV recibí una llamada inesperada (o quizás no).
— Bueno
— Hola, ¿Gabriel?
— ¡Ah!, Sofía. Qué tal.
— ¿Cómo estás? ¿estás en tu casa?
— Sí, acá ando, ya sabes, viendo la tele, todo tranqui, estoy muy bien ¿y tú qué tal? ¿cómo estás? ¿Vas a la escuela?
— Uf, todo bien afortunadamente, pero ya sabes, batallando con lo de siempre, tráfico, tareas y todo, son cosas que no puedo controlar — Juro que se escuchaba muy bien.
— ¡Qué gusto! De verdad me da mucho gusto saber que estás bien.
— Lo mismo digo, pero bueno, solo quería pasar a saludarte y desearte un excelente inicio de semana, te mando un abrazo.
— ¡Muchas gracias! Igualmente, un fuerte abrazo, buen inicio de semana.
Colgué. Qué afortunado me sentí, en esta vida había un ganador y era yo. Había terminado con Sofía y se encontraba muy bien, Jessica me había aceptado, todos hemos ganado ¿qué puede salir mal?
Llegó la tarde. El cielo se había pintado de gris y se mantenía ese frío soportable. Yo debía ir por Jessica a Taxqueña así que emprendí el trayecto.
La ruta era sencilla, tomar tren ligero y llegar a la base, solo eso. Al llegar a la base decidí tomar una foto del tren en el que había llegado, pues estaba pintado de algunos elementos propios de la cultura xochimilca: Flores, mujeres vendiendo, etc. El hermoso folclor lacustre y sureño de la Ciudad de México.
Mi prospecto de novia llegó. Nos abrazamos, nos besamos, nos dijimos lo mejor. Emprendimos el camino a casa. A mi casa.
Comida, el viaje era largo, con todo el merecimiento del mundo comimos unas ricas enchiladas verdes preparadas con el más grande amor que le pueda tener a la dueña de mi corazón, mi dueña.
El tema de los regalos surgió. Yo le tenía un cariño especial a Guadalajara porque de unos 2 meses atrás venía de esa ciudad, de la cual me enamoré por su cultura, museos, comida y sistema económico con los conocidos “Transvales” los cuales eran unos vales impresos para estudiantes que se canjeaban en el transporte público. En ese momento era algo tan novedoso para mí que yo los había bautizado como “tapatipesos” y regateaba con la idea de que los tapatipesos era una moneda como tal, parte de un sistema económico paralelo al peso mexicano, así como son las acciones, los metales o el bitcoin (hoy en día) que podía afectar o verse afectado por las variaciones macroeconómicas de México, todo un juego el que traía, pero no había podido traerme unos tapatipesos como recuerdo y fue ella quien me los trajo. Yo estaba muy agradecido, tranquilo y, sobre todo, en paz.
Hasta que sonó mi celular.
Mi sonrisa se cayó, mis ojos se abrieron y mis orejas se agrandaron. Llamaba Sofía. Yo tenía todo en regla, a nadie le había mentido, así que contesté frente a Jessica.
— ¿Hola?
— Ah, hola, Gabriel. Oye ¿puedes venir por mí, por favor? estoy a unas cuadras de tu casa, pero la verdad ya no recuerdo cómo llegar.
— Ah, sí. Sí. Dame unos minutos — Colgué, me dirigí a Jessica.
— Jessi, am
— ¿Sí?
— Acaba de suceder algo.
— Ajá — Ella solo escuchaba mientras acomodaba los regalos, no me veía.
— Te tengo que ser franco, acaba de marcar mi exnovia. La verdad es que no sé qué hace aquí, intentaré salir a hablar con ella, independiente de todo, no veo justo ignorar a la gente. Pero debo decirte que lo más probable es que me tome tiempo.
— ¿Estás seguro de que sí terminaste con ella? Dime la verdad.
— No, sí, definitivamente terminé con ella, pero honestamente no sé qué hace aquí. Dame unos minutos ¿sí? Por favor.
— Está bien.
Acudí a su llamado. Salí y caminé donde creía que se encontraría Sofía, y ahí estaba. Vestida con medias negras, falda negra, blusa guinda, ojos delineados de negro. La combinación perfecta entre luto y desesperación.
— ¡Gabriel! — Corrió— ¡No sabes cuánto te he extrañado! ¡LLEVO 3 DÍAS SIN DORMIR! Dame la oportunidad de regresar, por favor. ¡Por favor!
Mirada desafiante, perversa, sensual. La locura hecha mujer. Era la mujer fatal.
— Ven, dame la mano, vamos a tu casa, es que además necesito pasar al baño.
— No puedo — detuve mi cuerpo, mi mano y a Sofía, que me tenía sostenido.
— ¿Por qué? — Volteó, desafiante, furiosa.
No podía continuar, este era el punto de quiebre. Mis diversas personalidades y complejidades se reunieron de emergencia en concilio para determinar qué se debía hacer. Y en un microsegundo la decisión fue unánime: Había que decir la verdad, siempre lo habíamos hecho. El concilio había resuelto, se levanta la sesión.
— Porque tengo visitas — Con todo el miedo que significaba confesarme.
— ¡NOOO! ¿Por qué? ¿Qué no lo ves? YO TE AMO, quiero estar contigo, ¡TE EXTRAÑO! — Llantos desesperados — Por favor, no me hagas esto.
Nuevamente me encontraba sin palabras. Me empujó contra un Chevy.
— Sofía ¡detente! No manches, ¡puedo dañar el coche!
Para ella todo lo demás era, sin embargo, insignificante. Tenía clavada la vista en mí. En ese momento volví a ser el boxeador contra las cuerdas y sin escapatoria.
— Es más — ella sonrió y burlescamente dijo — ¡Vamos en este instante A TU CASA y tengamos relaciones frente a ella!
— Sofía ¡ES-TÁS LO-CA!
— ¡SÍ!, ¡PERO ESTOY LOCA POR TI! — de verdad ya no distinguía entre risa y llanto.
El concilio y el sol de invierno me habían abandonado a mi suerte, no sabía cómo actuar. Así que mi mejor manera de resolver la situación fue dar por terminado todo con todas. Nadie. Ninguna.
Ideé la manera de poder argumentar a ambas que me sentía confundido y debía pensar las cosas, le prometí a Sofía que específicamente con ella debería hablar más adelante, pero que me diera tiempo porque hoy no iba a poder resolver las cosas.
Me despedí de Sofía, me despedí de Jessica.
Y la única manera de poder obtener claridad sobre lo que había pasado era comprando un paquete de cervezas para mí solo.
Vaya lunes.
IV
Honestamente ver esa locura de Sofía me provocó mucho, me causó una excitación fascinante. Pero más allá de eso entendí algo: Tenía que confiar en quien confió en mí primero, no en quien solo me utilizó en el momento en el que quiso.
Sofía decidió convertirse en eso, en la mujer fatal, o quizá siempre lo fue, se convirtió en eso por el bien de la trama, para salvarme, para hacerme caer en cuenta del error que, claramente, había cometido y que necesitaba redimirme. Obviamente con la determinación de ganar. Sus motivaciones como villana, o más bien, heroína estaban plenamente justificadas porque sabía que ella siempre había dado lo mejor de sí y quien había cometido el error era yo, por lo que debía luchar por algo que sí le pertenecía, fue un acto muy valiente de su parte, no se trataba de separar o destruir una relación estable para su propio beneficio, como sí lo hizo Jessica.
Con eso en mente, sentía que era mi momento de devolverle el favor a Jessica. De demostrarle que la venganza es un plato que se sirve frío.
Irremediablemente acudí con Jessica para decirle justamente eso, que lo nuestro no podía continuar, terminar algo que ni siquiera había empezado, y que decidía regresar con Sofía, pues me había dado ese voto de confianza cuando antes no lo había obtenido por parte de ella.
Recuerdo perfectamente que me dijo algo como: PENDEJO CABRÓN.
Fin de la conversación con Jessi, regresé con Sofía tras sesiones de charlas, reconciliación y cariño, iniciando así la mejor relación que jamás tuve, con Sofía. Pero esa es otra historia. Una dramática, compleja, dolorosa, aprehensiva y apasionante historia.
Y sí, amigos, esto comprueba fervientemente que, en ocasiones, hasta el más renuente necesita que lo salven y que a los hombres ¡SÍ NOS GUSTAN LOCAS! |
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