sábado, 4 de octubre de 2014

Carajo

Querido Carajo.
¿Has tenido la sensación de tener una especie de cruda moral que te corroe cuando estás haciendo-nada?
¡Pues yo sí!
Y ¡ah pero qué tremenda cruda tengo!
Es un mal que no me deja pensar de manera armónica cuando camino,
cuando pienso en ti como un panóptico omnipresente, omnisciente y omnipotente que siempre me pone en el umbral en donde debo tomar una decisión y que estás a la espera de mis palabras para encontrarme con las tuyas: una emboscada que me hace gritar tu nombre; cuando viajo en el metro y veo a ese niño drogándose en el mismo vagón donde viajo yo, en serio, miserable niño, no tenía más de 10 años y hacía que todo el vagón oliera a "mona" aún viéndose tan tierno. Estaba yo sentado a espaldas de él escuchando música, y sorpresivamente tuve la sensación de haber olido ese activo, y por alguna razón reaccioné acorde a la situación de que al ser humano siempre le gusta el morbo, es decir; saber de dónde vienen las cosas, si es que sucede un accidente saber dónde quedaron los brazos, donde quedó la cabeza y sí fuere mejor conservarla en foto ¡Qué mejor! para así satisfacerse de algo que no había necesidad de satisfacer, lo mismo ocurrió con ese olor, pero para esto quiero detenerme en los códigos de conducta del metro.
¡Estoy de vuelta! Y sí, sé que he escrito cosas muy distintas a las anteriores, pero ¡Carajo! en dos años no se puede estar en el mismo rol.
Si bien la vida en el metro es una lucha interminable... ¿Cuántas historias podrías contar de ese bello inframundo? Así es carajo, innumerables historias, desde aquellos fajes sin pudor de terceros contra los encuentros de amores verdaderos o rompimientos; aquellas veces donde el vagón se convierte en sanitario (en cualesquiera de sus niveles); aquellas madrizas marca barrio contra las peleas a puño limpio en hora pico dentro del vagón, aquellas discusiones verbales contrarreloj por ganar antes de llegar al destino, las canciones tocadas, los discursos falsos, los raros que venden dulces, los San Juditas tamaño real, los suicidios, los asesinatos, las maletas con cuerpos descuartizados, los incendios, en fin: los discursos, las identidades.
Pero en el metro sucede lo preocupante mi estimado Carajo. En ese lugar se cocina la sociedad, más bien, es el perfecto muestreo del clásico mexicano ¿Por qué? Bien, suponiendo que estoy en un vagón (y como en cada vagón) hay una diversidad de criaturas más amplia que la que tiene todo México en cuestión de reptiles y con un ecosistema con microclima natural integrado siendo sábado al mediodía donde en ese vagón va un joven CRUDÍSIMO (que a diferencia de mí, él lo está tanto moralmente como físicamente) y se le ocurre visitar al señor monstruo existen varias opciones, pero me limito a poner 2.
  1. Que una señora con rizos, cabello corto, con un mandil, una bolsa de mandado, habitante de una colonia popular (¿Por qué pienso en Azcapotzalco?) y de volúmenes corporales cariñosos se le acerque al joven hijo de puta y le diga "Se siente bien joven" para empezar con una operación de rescate. O...
  2. Que todos hagan caso omiso, con las características que engloban a la frase "Me vale madres", "No es mi pedo", algo que ridícula y acertadamente se le conocen como Los mantras mexicanos ante lo cual tenemos que recurrir a la analogía, a la asociación de ideas, o a la etimología popular, esto es, a procesos psicológicos para encontrar la clave de enigma y explicar el valemadrismo.
Yo pensaría que sucedería la opción 2, tantas veces me ha tocado ver cómo gente comete acciones que en la calle no se harían y que en el metro pasan desapercibidas. Aunque suene como someterse al ámbito moral pero en algunas situaciones se vale decirles "Ten tantita madre y no te pases de lanza"
Y esto sucedía en el metro, la gente dejaba un cacho de su vida en cada estación conforme el tren avanzaba y hacía caso omiso mientras el niño ganaba un cacho de vida conforme inhalaba su mano que agarraba un algodón con activo, este niño conocía los códigos de conducta del metro y lo hacía junto a una señora. Al percibir ese olor creí que era producto de mi cruda, pero no, tuve que girar mi cabeza hasta encontrar al responsable y como todos somos víctimas de etiquetas determinadas por la sociedad yo estaba buscando un limpiaparabrisas con tonalidad morena, una playera del América desgarrada, cabello desordenado, etcétera, giré un par de veces hasta que vi al niño. Lo vi, me vio, no nos dijimos nada, fueron de esos momentos donde la mirada habla (cedes el paso a la comunicación no verbal), aunque es incómodo mantener la cabeza girada me mantuve, todo culminó con su tierna mirada hacia mí cuando cínica y graciosamente se llevó su mano a su nariz. Vamos Carajo, sé que puedes decirme qué fue lo que dijo ese niño al momento de hacer eso.
Si ese niño seguirá así, la verdad es que no me importa, aunque en su momento alivió mi cruda, dibujó una sonrisa en mi rostro... y me sentí mejor.

Pero vaya cruda que me ha durado por años, años en donde he curado este mal con su causa y así regreso y vuelvo al método, método que no me permite diferenciar entre lo válido e inválido.

Lo mismo que me ha durado esta cruda es lo mismo que ha durado mi libertad desde que regresé de aquel viaje, no quiero despedirme de este lugar, pero quizá sea momento de regresar a esa faceta que me deja sedado, que me hace sentir confortablemente estúpido. El tiempo me dará la razón, lo sé. Quizá estoy al borde una buena decisión o de una traición.

La posdata más larga de todas


En el entendido de lo que acabo de contarte ¿Qué importancia entonces tendrían los códigos de los que acabo de mencionar?
Independientemente de su validez, es decir, si no tan sólo una idea estúpida, estoy seguro que las conductas corresponden a una sociedad en especial, que para efectos de lo que te hablo, que en este caso es México.
Lo preocupante no sólo radica en lo que escribí con respecto a la indiferencia de lo que sucede en (este caso) el metro (que repercutiría en niveles mayores), sino que en esta ciudad subterránea hay niveles de desigualdad increíbles. Cada día es más frecuente ver cómo las personas que viajan en metro traen consigo smartphones, entiendo que la tecnología avanza, pero ¿Habría necesidad de cargar con uno para corresponder a un estrato en específico?

Para no complicarme la vida e intentar teorizar (a lo cual siempre fallo en el intento) pongamos la siguiente situación.

Imagino (Carajo) que te ha tocado ver (siguiendo el ejemplo del metro) personas con grandes posesiones (llámese tecnológicas, deportivas, etcétera), y que te ha tocado ver personas con intentos de grandes posesiones y que intentan corresponder a clichés ajenos de ellos mismos; esto en la cultura popular se le conoce como Esnobs.

Ojo, no estoy pretendiendo que por vivir en una colonia popular eso signifique que se debería vivir así por siempre, es decir; serle fiel a las conductas que se conocieron al nacer sin salir del círculo. A veces eso también es deplorable.

A lo que me refiero es al hecho de lo deplorable que es ver Esnobs actuar en el metro, es decir, gente que recurre a discursos ajenos para despreciar a sus similares, pero que desde afuera es visible que están despreciándose a ellos mismos.


Pregunta: ¿Cómo hacen los bistecitos?
Respuesta: Tssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss


Así las cosas hasta ahora mi buen. Así solía ser en el barrio, así eran las conductas, ahora son las mismas maquilladas de la peor manera: las personas que no tienen nada que perder (como una señora que vi cargando un pedazo de pavimento ¿POR QUÉ CARAJOS UNA PERSONA LLEVARÍA UN PEDAZO DE PAVIMENTO A CASA?). No debería haber desprecio absoluto hacia las personas. Y el ser Esnob ¿No crees que sería una forma de despreciar personas con justificaciones vanales?
Sin embargo, considero que una aportación de estas personas que no tienen nada que perder es el lenguaje derivado de la libertad de expresión. Y considero lo que ya había tocado en otro post con respecto a "los ritos" y "los discursos".


  • Los tachadísimos "Chakas" (que si bien existen varias opiniones para atacarlos) habría que prestar atención en su forma de vestir y actuar; es decir, ver sus ritos (no visto en el ámbito religioso) que llevan a cabo.
  • Los homosexuales, que tienen una resistencia al poder con sus ritos.
  • Los mismos graffitis
  • Las calles, porque si bien dentro del estudio de lo que se podría llamar la psicología política de la cultura cotidiana el ordenamiento de las calles de una ciudad refleja el tipo de sociedad y entonces tendríamos que pensar sobre dicho orden dentro de nuestro entorno y compararlo con respecto a otras sociedades donde inclusive los centro de reunión o de ágora juegan otro papel para averiguar cómo la democracia se esparce en toda la región partiendo de la ubicación de dicha ágora.
  • El mismo lenguaje, donde se hace uso de palabras relacionadas a la sexualidad como Padre, Madre y los miembros genitales para expresarse, es decir, el sustituir expresiones como el "La vida no me importa" en un "Me vale verga", de un "Soy una eminencia" en un "Soy una verga", de "Qué bonito" en "Qué padre" contra un "Chinga tu madre". Y deteniéndome un poco en este punto, quiero hacer 2 apreciaciones, la primera donde parecería que el uso del lenguaje se limita muchas veces al presente, donde si hablo de lo que haré mañana, lo digo como "Mañana voy a tu casa", considero que esto es perjudicial porque trae consigo la forma de ver el mundo; es decir, no salir del presente, y la otra apreciación va relacionada a la ambigüedad que trae consigo el uso de expresiones altisonantes, y te pregunto ¿Qué expresión formal y que sea muy acertada darías a la expresión "te pasaste de verga"? Rayos, intenté pensar en tanto y lo que se me ocurrió fue un "Fuiste muy duro", pero no engloba el carácter tan amplio que tiene dicha expresión cultural, quizá sea algo parecido a la palabra saudade en portugués (la cual incluso ha sido estudiada filológicamente) que no puede ser traducida de manera acertada a algún otro idioma. Este tipo de ambigüedades las encuentro en el uso de la palabra Madre, la cual es usada como adjetivo, verbo y sustantivo, ej. respectivos: Madreado, madrear y el "chinga tu madre". Y similitud de el "te pasaste de verga" con "Madre" es que su uso puede significar cosas opuestas dependiendo de cómo se use. Todo esto repercute en etiquetas que son objeto de discriminación.
  • La comida; el caso que se me ocurre es la feijoada en Brasil, donde su origen es totalmente popular, es decir, se cocinaba entre esclavos negros, pero que ahora es servido a manera que su origen quedó perdido, es servido como un platillo caro.

La problemática (que no pienso responder aquí) la encuentro cuando las contradicciones salen a la luz y para esto me llevo a todos al bolsillo. TODOS hasta yo, Carajo. Las contradicciones que se dan en la Universidad donde estudio por parte de los estudiantes al discriminar a sus semejantes con la única diferencia que tienen los otros es de no haber sido aceptados en una escuela pública a lo cual considero (al menos dentro de la UNAM) que es producto de una estúpida*100^199 identidad que resulta en apoyar a los PUMAS, borregar Goyas, sacar los peores mames a la Universidad y colgarse medallas ajenas sólo por el hecho de "pertenecer", todo esto cuando dicen ver por los demás.


José, tus chamacos cósmicos cayeron en tu trampa

Bueno, tras comentar lo que me caga y las contradicciones ¿Qué solución pondrías para disminuir los índices de pobreza y desigualdad? ¿Matarlos o vender a los niños pobres como lo propone Jonathan Swift en "Una modesta proposición"? inteligentemente, la tecnología y los recursos que parecerían estar al alcance de personas con grandes posesiones ya están al alcance de todos, esto ayuda a mover la economía, los pobres son los motores de la economía y por ende son necesarios, es necesario tener pobres ¿Quieres discutir sobre eso? Imagina que todos tuvieran empleo; el sistema se colapsaría, en este mundo no hay cupo para chaquetas mentales, este es el pequeño mundo/inferno grande donde nos tocó vivir. Las víctimas las vemos todos los días en nuestro andar y el darse cuenta es difícil. No solamente está sujeto al alcance tecnológico lo que digo, sino a las trampas que hacen (por ejemplo) los partidos políticos al llevar grupos a tocar en municipios y que no deberían llevar porque sus mensajes son de "rebeldía", o en conciertos donde se mienta la madre al duopolio televisivo cuando esos eventos son generados por ese poder.

Así la situación mi querido Carajo, y te podría mencionar 1000 y un casos de gente que mataría (en este post, matar significa pagar aproximadamente $2000) por ir a un concierto para ver un artista con el argumento de que valdrá la pena, y quizá sí, pero el costo real de eso no sólo se traduce en dinero, sino en otorgar poder a quien quizá se deteste.
En fin, me despido mi buen Carajo, fue un gusto haber platicado contigo no sin decir dos cosas:
  1. Con todo este panorama, mis sueños ya no parecen tan tenebrosos, y
  2. Feliz cumpleaños :)

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