martes, 28 de agosto de 2018

Viejos conocidos

Un viejo conocido tocó mi puerta como la peste que es, él sabía que yo sabía que era él así que la golpeó hasta que me harte y le abrí, pues él me conoce tan bien que sabe que si dejo que siga golpeando, me metería en problemas con mi vecinos, principalmente con mi vecina.

No dijo nada, me empujó y entró a la sala

- Ya vienen para acá los demás muchachos, sírveme un poco de ese Whisky que tienes en aquél, mueble. Y rápido, ya sabes a lo que vengo- Dijo.
- ¿Quiénes "los demás muchachos"?- Dije de un modo incrédulo e inverosímil.
- Por Dios, Gabriel. Ya sabes de quién estoy hablando. Vamos, dame algo de beber, no tengo tu puto tiempo, fracasado.
- Hijo de puta- Murmuré

Le serví su puto vaso hasta el punto de casi desbordarlo, él sabía lo que eso significaba y cínicamente no le importaba. Era obvio que su estancia sería corta, pero su impacto duraría por mucho tiempo.

- Aaaaghhh -Dijo después de beber- Mira, Gabriel, seré franco, sé que tienes muchas cosas que hacer, sé que vas a Santo Domingo cada semana a visitarla, sé que vas a tus clases de piano, tus ensayos, tu escuelita, tu trabajo y tu casa. Todo ocupadito tú, tremendo pelmazo. Seré rápido contigo, además te conozco tan bien que ni siquiera necesito de mucho tiempo para acabar contigo. Vengo para traerte a los demás muchachos, ¿creíste que nos dejarías? ¿creíste que te librarías de nosotros? No, Gabriel. Somos tan tuyos como tus propios ojos. Somos tan inherentes como ese afán tuyo de siempre morderte los dedos. Tú, yo y los demás muchachos somos una legión de hace tiempo. Hemos hecho contigo y deshecho contigo lo que hemos querido. De repente quieres impresionarnos con esas técnicas que aprendes, pero no es suficiente, somos un virus. Estamos en cada oración, hemos dejado en ti una huella imborrable. Somos una unidad de análisis de tus problemas, somos un enfoque de percepción. Hemos dejado en ti lo que hemos querido.

Quedé atónito. No sabía qué responder

- Ya vienen los demás -Siguió- La vamos a pasar bien pues hace un buen tiempo que no hacemos desastres.

Se levantó y abrió la puerta. MI PUERTA. Eran los demás. Altos. Con rostros más cambiados, más fuertes, el tiempo les había caído bien, tan bien como a mí estando lejos de ellos. Creo que tiene razón. ¿O no? ¿Realmente son tan inherentes a mí aunque no haya nacido con ellos? Quiero decir, yo los conocí en no sé qué momento que desde entonces me acompañan, me persiguen, me insultan, me golpean, me ofenden y me levantan para comenzar de nuevo. Entraron fumando cigarrillos pirata, cerraron la puerta y subieron sus pies llenos del lodo de la calle a la mesa.

- Miren. Aquí tenemos a Gabriel una vez más. Sí, GABRIEL. GA-BRI-EL. Qué bueno que ya llegaron, no ha dicho nada desde que llegué, parece que estaba esperándolos a todos ustedes para que pudiera reaccionar porque nomás parece un pendejo. A ver, Ricardo, cuéntale lo que me dijiste el otro día. Cuéntale, vamos. No seas tímido.
- Jajaja -comenzó Ricardo- claro, Omar, sí, mira, pues, no sé cómo decirlo, tú sabes, entiendes, ¿no?, digamos que encontré la forma para que no nos olvides, la verdad no te diré el secreto, pero te bastará con saber que hemos estado conociendo tus trucos para evitarnos, pero será muy difícil.
- Sí, Gabriel -siguió Omar- no bastarán tus trucos baratos. Aunque no nos respondas las llamadas o mensajes ya sabemos dónde estás a qué hora y qué estás haciendo, por lo que podemos aparecer cuando menos te lo esperes, podemos aparecer mientras estés en la escuela, te invitaremos a salir para que nos corras de ahí. Ya sabemos dónde esperarte. Siempre es cuestión de tiempo.
- Di algo, Gabriel. Nos haces perder el tiempo. ¿o qué? ¿te vas a poner a llorar? Sabemos que con poco podemos hacerte entrar en estado de crisis, una vez que entras, eres nuestro. Vamos. Haznos reír un poco.

No tenía qué responder, la verdad. En ese momento recordé que muchas veces la jugada más inteligente es hacerte pendejo. Eso hice, me comencé a distraer con otros recuerdos, era una cosa muy fácil hacer.

La plática siguió, tuve que soportarlos un buen rato, sentía que me bombardeaban con sus argumentos, que me oprimían como lo hicieron hace un buen tiempo, sin embargo, después de un momento decidí invitarlos a tomar un trago más, pero ahora lo invitaba yo, íbamos a ver el futbol. Era el momento de invertir los papeles, la verdad no sabía si eso iba a funcionar o no, pero lo iba a hacer.

- ¿Saben? Últimamente me he sentido un poco raro.
- ...
- Sí, últimamente me he sentido muy separado de ciertas personas, incluso de ustedes. Digamos que el otro día me puse a pensar sobre lo que he hecho a lo largo de estos ya 3 años de que me he ido a vivir solo y la verdad es que entiendo que en cuanto a mis relaciones personales no he logrado gran cosa, salvo hasta hace unos poquitos meses. Mis amigos de tiempo están en otro lado junto con mi familia. Entonces siento que he estado un poco aislado y también ocupado con otras actividades. Bueno, las que dijiste hace un rato.
- ....- Estaba funcionando
- Al final de cuentas ¿saben a qué conclusión he llegado?, que la verdad es que no me viene mal que vengan a joderme, ya los conozco y como sea los aguanto y también ya comienzan a ser predecibles y la verdad es que no soy nada tonto para darme cuenta de lo que me van a decir o intentar hacer, al final de cuentas creo que ustedes también son por lo que yo propiamente soy. Somos un complemento. Quizá no pueda evitarlos, quizá estén conmigo de por vida, pero les digo algo, lo que sí puedo hacer es evitar cometer los errores que impulsan a que ustedes vengan a joderme, no puedo evitarlos, pero sí puedo evitar lo que provoca su visita, la causa. Muchas veces me he dejado llevar por el "no te arrepientas de nada", pero la verdad es que sí hay cosas de las cuales me arrepiento, porque han habido ocasiones en las cuales no he actuado como me habría gustado y ustedes han aprovechado eso para burlarse y pasarse de lanza conmigo. Y eso no está bien. Si de verdad hay algo de lo que me arrepiento es de lo que cometí hace unos años, actualmente ya lo digo con mucha sobriedad, con mucha tranquilidad, con aceptación, pero sin duda es algo de lo que me arrepiento y no por otra cosa sino porque yo estaba consciente de que no debía hacerlo, debía dejar ir todo para ahorrarme muchos problemas, pero no fue así. Y la verdad de eso me arrepiento demasiado. Sin duda ha sido de los errores más grandes de mi vida, y ustedes sabían que lo hacía y me lo decía y al no hacer caso, se burlaban de mí. Es por eso que el producto de ese problema ya no permanecerá en mi vida jamás, sé que ustedes se toman de ahí para burlarme, pero ya no. Si quieren quédense, pero no crean que no son predecibles.

No dijeron, nada. Se quedaron conmigo bebiendo viendo un aburrido partido del América vs Atlas.

Asumieron mi posición, se aburrieron y se fueron. Me dejaron solo, yo y mi embriaguez, no sabía si estaba agotado por su visita o por el alcohol, o por ambas.

Yo lo único que quería era tomar esa arma y dispararla hacia mi garganta, pero hoy no era el día, hoy no era el día de darles ese gusto.

"Sin duda uno de los más grandes errores de mi vida". De los más grandes sin dudar. Sí, un error del cual quisiera regresar el tiempo y decirle a Gabriel "No lo hagas, no vale la pena, de verdad".

Se fueron y quedé yo solo con mi peor enemigo. Yo mismo. El peor enemigo es uno mismo pues es quien me conoce de pies a cabeza, quien sabe los puntos débiles. Era el momento de librar esa batalla, he librado grandes batallas, pero esta siempre me resulta la más desastrosa, la más agotadora. Yo lo único que necesito es continuar bebiendo de ese Whisky porque la verdad no entiendo muchas cosas.

Pero no, no lo hice. Decidí afrontar y vencer de una vez por todas esa barrera esquizoide para de una vez plantear las cosas como los valientes.

NO ES MOMENTO DE HABLAR DE ESE TEMA.

Maldita sea la hora en que la locura me atrapó en los ojos y tomé la decisión equivocada. Maldita sea la maldita hora en que la maldita locura me atrapó en los malditos ojos y tomé la maldita decisión equivocada.

Maldita.

Al día siguiente, tenía un dolor en el estómago horrible. Había cometido un desastre en mi habitación. Tenía que ir a trabajar.

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