lunes, 13 de noviembre de 2017

Los amigos que me dejó la cárcel

Mi ingreso a la tripulación había recorrido un camino especial para mí, sin embargo habrá otra ocasión en la cual te pueda contar la historia de cómo fue que ingresé a esa tripulación. En el navío trasatlántico de investigación habían diferentes científicos y colaboradores, éramos muy pocos, pero éramos un gran equipo de trabajo y se escuchaba en los pasillos que si bien la cooperación era buena entre todos, hace muchos años era aún mejor el trato. Ni hablar, a mí me tocó otra etapa la cual estaba disfrutando demasiado.

El trabajo era una pasión constante y dedicada, el lugar era maravilloso a pesar de encontrarse en medio de la nada. Mi aprendizaje dentro del navío había sido quizá lento pero constante y propositivo, proactivo pues me sentía muy identificado con el objetivo que perseguía el barco: la investigación y conservación del medio ambiente.

Recuerdo en mis primeros días de investigación que se confirmó una noticia de interés de muchos, el 2do capitán al mando del barco presentaba su renuncia dejando la vacante. Nadie sabía qué sucedía, pero este capitán dejaba un mensaje escrito en un papel y pegado en el muro de las noticias de la semana que escrito con tinta china a la letra decía:


Compañeras y compañeros:
Hoy, 5 de marzo, es mi último día en la embarcación de investigación.
Quiero agradecerles todo el apoyo que me brindaron durante estos doce años y medio de trabajo. Creo que, juntos, hicimos algunas cosas que fueron beneficiosas para el barco y para el país, y seguramente, yo cometí algunos errores. Por esto, les ofrezco mis disculpas.
Espero que en el futuro puedan seguir trabajando con el mismo empeño con el que lo hicieron hasta ahora.
Les mando un cariñoso y respetuoso saludo a todos y cada uno de ustedes.
Jorge Antonio Méndez

Nadie supo cómo reaccionar ante tal mensaje, dentro de él se desprendían elementos que despertaban una inherente especulación, ¿”yo cometí algunos errores”? era una de esas preguntas especulativas. En este barco conocido a nivel internacional se podía esperar todo, es como siempre he pensado “en donde hay una organización, hay ambición por poder” y este mensaje podía despertar ciertas lecturas.

Meses después, mientras yo seguía investigando y recolectando especies para estudiar, se daban diversas noticias de una posible reestructuración de la organización del barco y yo, al ser muy joven, no entendía las consecuencias de dicha reestructuración. Los tripulantes más experimentados que yo hablaban de lanzar por la borda a otros tripulantes de manera indiscriminada pues algunos no dejaban rastro y desaparecían para siempre, era una práctica utilizada con las viejas mañas de los líderes del siglo anterior. En fin. En esos meses se daban noticias similares a las de Jorge Antonio Méndez, personal estratégico en el navío de repente ya no se veía entre los pasillos de la embarcación y se confirmaba que habían sido lanzados por la borda, algunos de ellos, contaban con suerte y encontraban una isla donde pudieran pedir auxilio y ser rescatados, otros no.

Desaparecieron diversos investigadores de una calidad estratégica así como otros de menor relevancia. La noticia se expandía, nadie tenía asegurada su permanencia, ni siquiera un colaborador de gran trayectoria como el Doctor José Manuel Ballesteros, que fue acusado de un delito grave y tuvo que ser expulsado, sin embargo, antes de eso, dejó un mensaje similar al que había dejado Jorge Antonio Méndez, este mensaje decía lo siguiente:


Estimados amigos:
Con esta carta quiero comunicarles que he dejado de ejercer el cargo de investigador de ciencias del mar de esta embarcación. ¿La causa? El veredicto de un vigilante, por la cual estoy inhabilitado durante un año para “desempeñar empleos, cargos o comisiones en el ramo de la investigación”. ¿Y por qué merezco la máxima sanción que establece la política del barco para las faltas que no hayan generado daños y perjuicios, ni beneficio personal o lucro? Por la suposición de que, al comunicarme con mis colegas de otras embarcaciones, usurpo funciones de alguien más.
Intentaré por la vía jurídica revertir una sanción que a todas luces considero injusta y agraviante, pero no para conservar el puesto en una de las más longevas y generosas embarcaciones de investigación del país: lo que me importa es impedir que haya una mancha infundada en la ruta que he recorrido como investigador.
Sobra decir que desde marzo de 2013, cuando fui nombrado al frente de las Ciencias del Mar por el capitán Juan Carlos Covarrubias, en todo momento ejercí las funciones que me asignaban las políticas de la embarcación y procuré que las actividades tuvieran el mayor alcance global, suscitaran disfrutes y debates, y conservaran la calidad que ha caracterizado a este barco octogenario; lo que yo haya hecho en este periodo, bueno o malo, sólo aspiró a honrar la tradición de esta escuela naval. Quiero agradecer a todos aquellos con los que, dentro y fuera del barco, pude colaborar durante los casi siete años en que, a diario, tuve la dicha de abrevar en este oasis.
Quedo al alcance de un telefonazo en el 98 65 32 15 45
Va un abrazo,
Doctor José Manuel Ballesteros

Esta noticia llegó inclusive a la prensa internacional y el barco se vio vigilado por pequeñas embarcaciones de organizaciones no gubernamentales para defender la investigación en ciencias indispensables pues la situación ambiental necesitaba de nuevas técnicas para conservación de las especies.

Al parecer no estuvieron mucho tiempo vigilando, pues un día me llamaron por la puerta de mi habitación pidiéndome me presente con una persona, así fue, acudí y me comentaron que debía abandonar el barco pues no podían sostener el peso de llevar consigo muchos investigadores pues los víveres eran escasos, algo que no cuadraba si consideramos los banquetes que se servía el capitán y su nuevo amigo, el comandante Néstor Ruíz, quien estaba tomando control en toda la embarcación repartiendo beneficios entre sus amistades.

Al final tuve que dejar el barco por la puerta de atrás y a mi propio pie, tomé una salida con una lancha y me vi de repente en medio de la nada, lejos del barco que alguna vez me abrigó, que formó parte de mi vida.

Estuve un tiempo en el naufragio, a la deriva, mis víveres y reservas me daban para mucho, pero sabía que no durarían para siempre, sabía que algún día me encontraría en la necesidad de sobrevivir de otro modo, o en su caso, dejar que el tiempo me consuma como la mecha y el fuego.

Pasaron así 2 meses exactos, dos meses en donde ya estaba empezando a sentir la presión de la supervivencia y cuando estaba dando mis últimos respiros encontré una isla.

Mi metodología para investigar el estado de la isla no la tomé en cuenta, no consideré los peligros a los que me podía enfrentar pues me importaba más sobrevivir, así que decidiamente avancé hacia la isla sin saber qué me podía esperar, pero independientemente de lo que sea, yo sabía que algo importante iba a ocurrir, tenía un fuerte presentimiento.

Así, llegué a la isla, desértica, un ambiente jamás experimentado, leído, pero no vivido, solamente la forma y el color que tenía la arena que pisaba la había conocido en los libros de la universidad, pero debía adaptarme. Posteriormente un grupo de personas me vio, me señaló y como si me hubieran seleccionado con un dedo se acercaron a mí de un modo desconocido, de un modo amigable. Yo me mantuve inmóvil hasta esperar una respuesta y decidí por tomar una postura que estuviera en función de las decisiones de quienes habitaban esta isla. Me seleccionaron ya dije, me llevaron a su aldea y terriblemente observé que estaba organizada a modo similar del Panóptico de Jeremy Bentham: no había lugar para sí mismo, había lugar para la individualidad, sino para la intromisión de la privacidad, del control, de la vigilancia para la producción, de la falta de ética. Mi perdición.

Lo que me sorprendió fue que no era una aldea, era una prisión.

Me registraron, tomaron registros sobre mí, confiaron en mis habilidades y desconfié de ellos, me incitaron a que fuera feliz, no lo iba a ser pues me encontraba lejos del navío.

Yo me encontraba confundido, pues al final me alimentaba ya después de mucho tiempo sin hacerlo, aunque lo hacía precariamente, mis necesidades excedían más de lo que recibía. No era feliz porque no puse resistencia a su selección, al final fui parte de un juego complejo por su propio bien.

Al paso de mi tiempo en la prisión me daba cuenta que no era el único que recién ingresaba. Encontré a Efrén, me invitó a tomar un asiento junto a él en una roca gris. Comprobé que las historias de prisión sí inician como las pintan, con un "¿y tú qué hiciste? ¿de dónde vienes?". Le conté el lugar en el cual yo estaba antes de terminar en la prisión, él me contó la forma de vida que tenía y se convirtió en mi amigo, mi mejor amigo dentro de ese lugar.

Continuaron los meses y me daba cuenta que muchos se encontraban en situaciones similares a las mías, muchos vivían lo que en mi piel se sentía.

Caí en una profunda depresión, lo admito.

Caí en una depresión que no encontraba salida, las cosas no les encontraba sentido, lo que en algún momento me daba color, hoy solamente me daba oscuridad y me convencía a mí mismo de mi mediocridad y mi destino a permanecer en esa prisión, en esa depresión infinita. Efrén me escuchaba y muchas veces me vio en lo más profundo de mis sentimientos y declaraciones, pues no solamente estar lejos del navío me ponía mal, sino mis demás relaciones que me rodeaban, quería huir, tirar todo por la borda así como ese estúpido barco me había tirado, pero no, no debía, no podía, no quería, pero quizá sí.

Siguieron los días y las semanas, cada vez la complejidad la iba asimilando en mis pensamientos autohirientes bajo la noche.

Pero no solamente Efrén me ayudaba, también se nos unió Sofía, éramos un clan, un grupo de amigos que se reunía y la pasaba verdaderamente bien.

Sofía y yo manteníamos una comunicación aparte de la que teníamos Efrén y nosotros 2, es natural y es obvio, pero era saludable.

Se incorporaban demás personas, al final sentía que tenía la cantidad de compañía suficiente para poder hacer de esto una vida saludable y muy llevadera. Cambié de actitud ante esto, pero no podía dejar del lado que en una parte me seguía sintiendo mal.

Sofía salió de la isla y siguió su camino en solitario, Efrén y yo mantuvimos frente en la isla. Yo aprendía demasiadas cosas de quienes me rodeaban y me gustaba saber sus historias, sus aventuras y hacer las actividades que en prisión nos ponían, al final era llevadero, pero no era necesariamente lo que buscaba.

Conforme fue pasando el tiempo tuve chances de poder beber agua en 2 ocasiones, dos ocasiones que refrescaron mi cabeza y mi tiempo.

Yo sentía que estaba aprendiendo cosas que la vida me ponía, juraba que estaba aprendiendo cada sábado cosas que necesitaba, los trabajos y la vida que tenía en la isla me ponían a pensar sobre mi mal actuar, sobre mi naturaleza, sobre mis comportamientos y pensamientos. Cada día era una  lección que tomaba con color a sangre.

Ya había estado yo unos 5 meses en el navío y se acercaba el final de año y la noche fría me recordaban cuando yo caminaba en el navío con felicidad.

Fue precisamente en este punto cuandome sucedía algo curioso: Yo despertaba cada día y acudía al llamado. Puntual, como siempre, acudía. Pero al finalizar la jornada tenía un presentimiento de que el fin de esto se acercaba. Yo arreglaba mis herramientas y mi casillero y sentía como si lo estuviera haciendo para despedirme.

Un día en específico desperté de mi cama y me senté al borde de ella, pensativo, dubitativo, y mi imaginación creaba una forma femenina que sugería que despertaba a mi lado y me preguntaba "¿sucede algo?" y yo replicaba "Es que... (me rascaba mi cabeza, seca) siento como si estuviera a punto de finalizar todo esto, sabes. Siento como si el fin de esta sentencia se acercara". Yo iba a mis actividades con ese pensamiento, y no lo comentaba con nadie más, pero cada día crecia.

Vino año nuevo y confiaba en que fuera una nueva vida. Y así fue.
Uno de tantos días que podía tomar un respiro y me iba a jugar con las estrellas de mar en la arena, llego hacía mis pies un mensaje en una botella, el mensaje tenía algo para mí 

Gabriel, nos da gusto que te hayamos encontrado, sabemos dónde estás y qué ha sucedido contigo. Es necesario y justo que no hagas o digas alguna estupidez al respecto, pero creemos que hemos encontrado la forma de sacarte de aquí, no nos hemos puesto en contacto contigo por obvias razones, esa razón es porque necesitamos que sigas nuestras instrucciones para que puedas regresar con nosotros.

Hierba mala nunca muere, dije. Voy a regresar por tercera vez. Me llené de energía y esperé los siguientes mensajes que recibía ahora desde los troncos de los árboles que yo talaba, recibía instrucciones en mis jornadas no libres. En los mensajes me decían que estaban trabajando en ello, yo no entendía nada y solo me limitaba a continuar.

Transcurrieron solamente 6 días desde que recibí el primer mensaje cuando yo podía tener señales claras de los tripulantes, a los lejos ya veía el navío y cuando desembarcaron bajó un representante quien platicó con el líder de la isla, cabe mencionar que el tripulante al haberme visto y observado la isla estudió la organización y los códigos de los habitantes que me tenían preso y tuvo la idea de disfrazarse como uno de ellos, eso le permitió poder negociar sobre mi destino haciendo gestos que yo no entendía y cuando nos reunimos los tres el representante me decía con gestos que yo conocía que debía formar parte de la negociación. Al final de una lucha, acordaron que debía regresar al navío aunque con un poco de resistencia, pero el objetivo se había cumplido, había sido rescatado.

Efrén y las demás se despidieron de mí y yo de ellos. Son amigos que me marcan desde entonces y pude renovarme. Me di cuenta de muchas faltas y la prisión formó parte importante en mi formación personal.

Si te conté eso, sabes ahora que me encuentro bien y mi vida ha retomado su curso desde entonces y consecutivamente pude hacer nuevas cosas que hasta la fecha perduran. Hay cosas que me gustaría explicar que causen disgusto en los demás, pero es crucial saber que dentro de todo lo que aprendí, jamás quise actuar con malicia o algo así. Cuando estuve en ese lugar fue cuando me di cuenta de eso.


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