II
Somos una generación afortunada. Sí, nos tocaron desgracias que
formamos parte de ella, cosas por las cuales nuestros padres nos
reniegan que hacemos o no hacemos y que ellos ya estaban cumpliendo.
Pero
dejando de un lado eso, ese día del concierto de Roger Waters en la
plaza principal de la Ciudad de México fue un evento que sin duda marcó
un parteaguas en mi vida, no estoy diciendo que ha sido el mejor
concierto pues cada uno cumple con una particularidad que lo hace único,
pero este concierto representó para mí algo excepcional por varias
razones.
Una de ellas consiste en que fue la segunda que pude ver el
evento, si bien la primera vez llegué tarde por ciertas cuestiones, esta
vez pude verlo completo, el despertar de ese día y decir “Aquí vamos de
nuevo”, preparar mis deberes y prepararme para salir, el traslado al
lugar en cuestión, el quedarme de ver con mi amigo y platicar mientras
esperábamos a alguien más, inclusive esos momentos amargos de la espera
al notar un retraso considerable de quien esperábamos y que me hicieron
cambiar de humor súbitamente a tal grado de querer mandar todo al diablo
hizo interesante ese día, pero ¿por qué’, bien. En el momento de la
espera que estábamos mi amigo y yo discutíamos cosas que los hombres
solamente podemos entender, temas que me invadían la cabeza y también la
suya, la espera fue eterna pues fueron algunas horas (creo que sí
fueron más de 2), pero cuando al fin llegó la persona, caminamos desde
metro Pino Suárez hasta la plancha del Zócalo de la Ciudad de México,
anteriormente ya habíamos visto pasar cientos de personas que se
dirigían al mismo lugar y eso me daba coraje porque todos iban, menos
yo, yo debía esperar a alguien más que no llegaba…
Cuando íbamos
caminando por la calle de repente nos encontramos con una valla que nos
impedía el acceso y en ese momento mi mundo estaba desmoronándose, pues
mis exceptivas por ver el evento se estaban yendo, y vaya que habían
varias personas que estaban en mi misma situación, por lo que la masa,
aglutinada, exigía el acceso a como diera lugar, dicha masa estaba
totalmente descontrolada pues parecía que estábamos contemplando una
revolución como la que se leen en los libros de historia. Fue en ese
momento que decidí tomar una fotografía.
A la fuerza logramos el acceso y al entrar recobré mis esperanzas.
Había
miles de personas que ya estábamos reunidas en la plaza que ya habían
obstruido todos los accesos, sin embargo en cierto momentos se
escuchaban aplausos y gritos de júbilo en algunos accesos, cosa que yo
no entendía, hasta después, que entendí que fueron otras personas que
habían logrado entrar por la fuerza y que estaban festejando su acceso
con las otras personas que ya estaban dentro.
Como en el evento
anterior no lo había visto desde el inicio, en las pantallas comenzó una
proyección de la superficie de la luna que se encontraba en la sombra,
es decir, era el lado oscuro de la luna y esta proyección daba inicio al
concierto como tal, mismo que inicio una canción estupenda “Breathe”.
Fue muy disfrutable, salvo que se siente la ausencia de Gilmour con la
Slide Guitar.
Ese día fue fantástico porque las canciones que tocó
fueron las mismas y los sentimientos también, convivir con una gran masa
aglutinada en un punto hace especial ese momento pues el desorden que
provoca este tipo de eventos genera en mí una especie de desinhibición
que me agrada. Me gustaba ver cómo la gente disfrutaba de algo que yo ya
había vivido 3 días atrás, me gustaba que expresaran sus sentimientos
con Wish you were here y otras canciones.
Me gustó poder disfrutar de
la lluvia y del solo intermedio de la canción Pigs on the wing que no
había sido tocado en el primer concierto.
Me gustó presenciar nuevamente ese prisma de láser, el humo y el saxofón.
Pero
sobre todo, me gustó llorar al momento de recibir como una ola de
viento agresiva ese último solo de la canción de Comfortably Numb que
fue antecedido cuando yo tomaba del brazo de mi amigo y me escondía en
él mientras le gritaba “Ahí viene ese solo”. Me gustó haberme desgarrado
mi garganta en la última parte de la canción sabiendo que sería lo
último de Waters que viviría en esa semana, una despedida.
Fue un día
memorable, pues puedo ver cómo gente mayor escucha Pink Floyd y saber
que pude presenciar aun integrante tocando esas canciones. Hasta la
fecha sigo sin creer que ese sueño se haya alcanzado. Fuimos testigos de
uno de los mejores conciertos que esta gran ciudad jamás haya
presenciado y podremos contar a nuestros nietos e hijos que presenciamos
un viaje en el tiempo hasta 1975 con esas canciones. Algo irrepetible. Y
que fuimos una generación dichosa y afortunada de haber visto vivos a
los grandes ídolos y fundadores de todo un género musical, algo que
lamentablemente no pudieron vivir ni siquiera nuestros padres o abuelos
porque esos ídolos no podían venir a México dado el presidencialismo de
aquellos años. Somos realmente afortunados
Además, fue un verdadero
oasis en el desierto por la situación, emocional, laboral, personal y
demás que estaba yo pasando en esos momentos. Una parte de mi sanación.
Muchas gracias por ese momento inolvidable. Muchas gracias.