martes, 20 de octubre de 2015

Convivencia un poco incómoda

Todo buen ciudadano que se respeta y se hace respetar (ojo, aplica para todo aquel buen personaje habitante de una ciudad, si usted habita en una localidad o algún otro lugar que no sea considerado propiamente como ciudad y donde existe algo llamado "respeto", "cortesía", "consideración", "convivencia con el prójimo" o inclusive donde la noción misma de "prójimo" o "el otro/los otros" existe dentro del imaginario colectivo se su localidad y no caiga en el valemadrismo, entonces este post no es para usted, porque lo que sigue quizá le parezca tan raro, nuevo y hasta extraordinario como si estuviera haciendo contacto extraterrestre. No dude tampoco que un ciudadano estando en su localidad le parecerá igual de raro visitar tan utópica región donde usted se encuentra... Pinche paréntesis) alguna vez se habrá topado con alguna de las siguientes situaciones que ocurren en los diferentes medios de transporte de dicha ciudad. Pero... ¿qué se debe hacer cuando uno se encuentra en tan familiares situaciones? Es por eso que este post pretende ser una guía para el buen ciudadano que viaja en transporte público muy constantemente (como lo hace el autor de esta chingadera). Empecemos.

Situación número 1. Bebé a bordo.


Estás en una estación de metro/tren, en tu ciudad llueve a cántaros, sabes que cuando llueve se hace un tráfico y siempre te haces la misma filosófica pregunta "¿por qué pitos cuando llueve parece que los coches se convierten en estúpidos y se hace más tráfico?" Y la gente, bueno, esa parece que se reproduce con el agua como los gremlin y la estación donde te encuentras se satura, hay toda una horda de personas esperando entrar, los códigos de cortesía de los que para ti son tan sólo una leyenda urbana, una leyenda que se escucha entre voces por los túneles de le red del metro/tren de tu ciudad, se desvirtúan todavía más y la gente que espera salir no puede porque están lidiando contra la gente que empuja por entrar. Una suma de fuerzas.
Se escuchan gritos, mentadas de madres, un pervertido aprovecha la situación para manosear a una inocente jovensita. Toda clase de gritos suceden, hasta que escuchas: "¡No empujen, hay un bebé!"
Evidentemente lo grita la madre de dicha cría en cuestión, no puede ser de otra forma.
¿cuál será la mejor respuesta? Todo dependerá de tu actitud.
A) Si eres de los que tienen poca paciencia y tenías mucho tiempo esperando por el tren, quizá lo mejor sería decirle "Señora, no me importa si hay bebé a bordo, lo que me importa es entrar, el bebé ya está adentro". Naturalmente te ganarías el título de "hijo de puta" del día, pero te importa más entrar, ¿no? También dependerá de cuán sincero quieres mostrarte
B) No veo otra opción más que seguir empujando para entrar, pero sin decir nada. ¡seamos honestos! Cuando quieres entrar no importa otra cosa. ¿pobre bebé? Sí, pobresito. Pero hasta ese momento, nadie le ha cedido el asiento y uno quiere entrar. Y cuando uno quiere entrar y ve que en la mera puerta de metro/tren está una señora con su bebé y toda la masa enardecida también está desesperada, uno jamás piensa (ni mucho menos dice) "mierda, hay un bebé, no voy a entrar para no lastimarlo" quizá sí se intente entrar con delicadeza, pero repito, la masa está enardecida. ¿cómo lidiar con eso? ¿haciendo un vagón exclusivo para madres con sus bebés? Seguro se llenan también y quizá habrían más heridos que conviviendo con el resto. Las madres de ahora... quizá sería como poner varios peces beta en la misma pecera.

Situación número 2. Chocar carritos contra tu propia voluntad.


El transporte logra avanzar, invariablemente si es metro, tren, autobús, etcétera. La gente se mueve armónicamente al ritmo de los frenos, topes y giros que el precavido y servicial chofer da en la unidad por la que pagaste X cantidad de dinero de tarifa (misma cantidad que podría tener de precio tu vida por las razones anteriormente dichas).
Un hombre viene cansado de trabajar, agotado y con ganas de llegar a casa, gritar que ya llegó, quitarse la gorra, saludar a su familia, descansar y comer. Delante de él, una señora que viene de trabajar, agotada, con ganas de llegar a su casa, quitarse esos zapatos que torturan, descansar los pies, saludar a su familia y comer como Dios manda.
El transporte da un giro de súbito y toda la tranquilidad se ve interrumpida, los sueños de todos los pasajeros se ven inconclusos porque sus vidas se vieron en riesgo por tan tremendo giro de este chofer temerario. El señor se recargó sobre la parte trasera de la señora y ésta sintió su miembro en su trasero. Le da una cachetada.
- Maldito puerco.
El tiempo se detiene. El hombre tiene las siguientes opciones:
A) Hacerle entender que fue un accidente bajo el argumento de lo que sucedió.
B) Disculparse, que bajo las condiciones por las que sucedió el choque automovilístico, no debería. Fue sin la intención.
C) "Ve mi cara ¿crees que lo estoy disfrutando?" Funcionaría para cualquier persona en cualquier transporte en cualquier día, resumiría todo lo anterior.
Tal y como todas las situaciones que se mostrarán aquí, no pretenden mostrar ni lo peor ni lo mejor de las personas, ¿a qué me refiero con eso? de que cuando sucede un arrimón no siempre es un acto de malintencionalidad injustificada. No. No siempre es un accidente, lamentablemente hay mujeres que sufren más de eso que algunas otras. Recuerda que en tu ciudad siempre existe la posibilidad de que haya gente maldita dispuesta a sacar provecho con tu persona. Siempre.

Situación número 3. ¡Cabrón! ¡¿crees que llevas animales?!

Antes de empezar, hagamos algo que le gusta mucho a hacer a este autor. Poner a duda la doble moral y dividir a la gente para que nos terminemos matando entre nosotros. Filosofemos sobre esta situación tan conocida por todos.
Resulta que después de toda la experiencia metacultural en el metro o tren, logras subirte a un transporte en 4 ruedas. Dispuesto a llegar a casa, la escuela o sea cual fuere tu destino, vas en un transporte motorizado y a 4 ruedas con un chofer dispuesto a traerte la experiencia más real en carreras citadinas inspirada por las películas de peor gusto que puedan existir (Sí, fans de Rápidos y Furiosos, les hablo a ustedes y sus películas horribles) más las más recientes versiones de Mad Max. Es entonces cuando a la luz de los neones que sombrean el interior del transporte y en la mezcla que se genera junto con las canciones de los Ángeles Azules se escucha un grito de una señora mayor a las 3 décadas que dice:

"¡Cabróooon! ¿¡Crees que llevas pinches animales!?"

Tu persona se centra en la semántica de dicho enunciado y, bajo las siguientes premisas o silogismos, desmenuzas su significado.

1. El transporte va muy rápido
2. La señora se enoja porque no lleva animales este transporte, lleva personas
3. Conclusión. Los animales tienen el derecho de ir hechos la chingada (bueno, el chofer que los lleva) ¿?

Es cuando te preguntas si seguramente los camiones de Bachoco están tuneados con Óxido nitroso, mofles de 4 pulgadas, luces de neón bajo las salpicaderas, etcétera...

¿No se supone que el pensamiento filosófico contemporáneo, sustentable, amigable con el ambiente y Coelhista de los salvadores/hipsters de la Condesa nos dice que los animales también tienen derechos y que por eso no son ni más ni menos que nosotros? Por algo ya no son "mascotas" sino "animales de compañía", dicen...

Entonces, aquí hay de dos sopas. Uno, o les bajamos la velocidad a los animales (Pues, oye. Yo también quiero sentirme como el Toretto), o nos echamos una carrerita para ver si la supremacía automovilística respeta el orden superior del ser humano en la cadena alimenticia...

Le recomiendo, fiel lector, que si usted grita esas chingaderas, cálleme la boca corrigiéndome en si ellos o no tienen "derechos", o en su caso, absténgase.

Ahora... después de haber recorrido media ruta pensando en pura chingadera como la anterior, regresas de ese estado de animación suspendida y te encuentras con la pregunta de cada una de las situaciones anteriores. ¿Qué debo hacer o decir ante una situación así? ¿Seguirle el juego? ¿Callarla? ¿No decir nada? he aquí un pequeño abanico de ideas.

A) No decir nada, ¿te importa seguirle un juego a una señora así?
B) No decir nada, ¿te importa seguirle un juego a una señora así?
C) No decir nada, ¿te importa seguirle un juego a una señora así?
D) Allá tú...

Básicamente no le seguiría un juego a una persona (sea quien fuere). No. Y no lo recomiendo.

Situación número 4. La famosa doble fila.


Todos (quienes hemos utilizado un autobús) hemos alucinado con la mística "doble fila" de la que habla el chofer cuando quiere jugar tetris dentro de su unidad, todos. Siempre sucede cuando (lo curioso de todo es que se pueden juntar todas las situaciones anteriores, es casi como un requisito que se cumplan) la unidad se llena de personas y cuando el chofer quiere que quepan más y más personas, voltea y recurre a su grito sutil:

"Na'más sí se recorren en doble fila, de favor."


Igual que la situación anterior, en esta no acudiría a alguna práctica. Pero para ilustrar algún escenario para defenderte, estas son con las que este navegante se ha encontrado.

Decir:

- Hambriado (o hambreado)
- ¿Encima de quién?
- ¡'Ámonos ya!
- (simplemente) Pues si ya no cabemos


Yo recomendaría que en caso de que se junten alguna de las situaciones anteriores, (si usted es de esas personas que no tiene miedo de gritar y hacer panchos en el transporte) recurra a la queja de mal servicio que está dando el chofer y que todavía esa persona quiere llevar más ¿qué clase de imbécil da un servicio de la mierda y se aferra a cargar más personas? Lo mejor siempre es no moverse, que se frieguen si dan el servicio que se merece uno.

En fin, son un sinnúmero de situaciones que uno como habitante de una gran ciudad debe soportar. No quiero atormentarlos y pensar en que mañana ustedes deberán soportar eso, ya que siempre uno se debe encontrar con muchas cosas; como una gorda que ocupa un espacio y medio y tener que lidiar con ella (para que, al final, ella se sienta la ofendida), una gorda que no deja pasar en el pasillo, un gordo que vaya comiendo en el transporte y se escuchen sus "Crash, crash" de sus papitas y su "Aaaaaag" de su sorbo de su refresco, o pubertos que sienten que son lo más cool del mundo y que sus pláticas húmedas nos importan a todos, o el grupo de chavitas escandalosas. Etcétera.

Pero no todo es tan malo, amigos. Todo puede compensarse con una canción que pueda cantar un imitador al haberse subido al transporte :)
O con una persona que no veías desde hace mucho tiempo y te dio gusto haberlo encontrado :)
O simplemente filosofar cuando vas en la ventana del camión y que cuando bajas te dices

Amigo, si hubieras querido, habrías podido escribir tu tesis en el transporte.

¡Cuántos paradigmas no has de haber roto mientras pensabas en el transporte!
Hay muchas veces cuando viajar en transporte es divertido, por eso es mejor intentar convivir con toda esa basura de gente (y no para ser una basura más), sino para conocernos más a nosotros mismos, para entender que somos diferentes, y que, aunque esta ciudad está llena de mucha gente maldita, también hay gente que vale la pena y con quien puedes platicar. Lo curioso es que siempre sale más a flote la gente mierda que la gente buena.
También es divertido siempre viajar en masa, porque cuando algo sucede (como en la espera eterna del metro), el entrar se convierte en un campo de batalla. Aunque me parece más la analogía de la escena de la liberación de los atunes en "Buscando a Nemo" (nadaremos.. eeehhh). Eso está chido. Es más, les dejo un video, es toda una experiencia porque de verdad toda la gente grita.


Y esta es la escena de la película


Debo admitir que el video de la gente en el metro me estresa un poco, pero eso sólo se puede explicar bajo las siguientes condiciones:

1. Es Pantitlán y ese lugar está bien culero
2. La gente que va a Pantitlán vive en la parte oriente de la ciudad y no es por menospreciarlo, pero de verdad el oriente de la ciudad no tiene mucho que ofrecer (y digo "no mucho" porque... de las pocas veces que he ido no he encontrado NADA, y por eso no quiero confirmar que, en efecto no hay nada interesante haciendo un viaje de exploración, no señor). De Pantitlán hacia toda esa parte del Estado de México es como un camino de perdición del que posiblemente no regreses vivo (o al menos... con tu celular y tu cartera)

Bajo otras condiciones, la situación sería divertida.

Si usted vive en una zona del oriente de la ciudad, no se enoje... sabe que es verdad. ¿o me va a decir que la Cabeza de Juárez es un ícono capitalino?

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