Fue un partido muy parejo, cerrado. Pero terminó antes de que el equipo visitante se diera cuenta de ello, cuando menos lo imaginó, ya se había cubierto el tiempo reglamentario, pensaron que tenían mucho más tiempo, pero no, se fue como agua entre los dedos.
Sí, lograr una remontada de un 3-0 en el partido de vuelta en una final de un torneo de este tamaño, contra el vigente campeón, yendo como visitante y con jugadores lesionados iba a significar una hazaña, no se pudo.
El equipo visitante desde el primer momento se veía bien parado, decidido, convencido de que podía ganar, de que podía llevarse la victoria. Pitadazo inicial y el equipo se ponía en posición de ataque, tocaba el balón como los grandes, estaba concentrado en su propio juego, no en el del rival. Sí, a veces dejaba que el rival la tuviera, pero nuestro equipo era paciente, sereno y con mucha dedicación hacía su mejor esfuerzo.
En todo el partido de vuelta solamente el visitante pudo anotar dos goles, ambos en el segundo tiempo. La victoria parecía comenzar a inclinarse hacia el lado de nuestro equipo. El partido se ponía intenso.
Posteriormente pudo tener 3 oportunidades de gol, la más clara, obviamente, fue cuando se metió al área rival y tiró, mismo que fue desviado por el defensa central del equipo rival. Ni siquiera la pudo detener el portero. Esa fue la jugada clave para que el equipo visitante perdiera la concentración y por lo tanto, el partido. Pues después de esa jugada, el equipo entró en una especie de desconcierto dado que el equipo rival no reaccionó de acuerdo a lo esperado, el rival se mantuvo calmo y frío. Situación que preocupó al cuadro visitante. A tal grado de que, debido a esa desconcentración, el rival entró repetidas veces al área del visitante, en varias ocasiones entraron con la intención de obtener un penal.
El marcador ya iba 3-2 favor el local, y el equipo visitante ya pensaba en la remontada, en la victoria, en la sana consagración con juego limpio. Buscaban el empate, porque así, psicológicamente ellos estarían encima del rival y si se iban a penales, ganarían por la motivación.
Sin embargo, el árbitro vio una falta muy dudosa dentro del área de nuestro equipo y marcó un penal a favor del rival. El equipo visitante no lo podía creer, era inverosímil, así que pidió una revisión en el VAR, misma que fue concedida y fue revisada. Una falta muy cerrada, de esas que son debatibles ¿era o no? Para no desconfiar, el árbitro pitó penal y pidió que todos se pusieran en sus posiciones.
El tirador besó y colocó el balón en el manchón penal, miró al arco y corrió para tirar.
Mientras corría, un silencio cobijó a un estadio desbordado por su equipo, un silencio que incomodó al visitante. Fue el último clavo en el ataúd. Gol.
Remontar ese 4-2 sería imposible, no solamente por el marcador por sí sólo, sino porque, antes de que el equipo visitante se diera cuenta, al partido le faltaban 2 minutos para completar su cometido.
El árbitro decidió terminar el encuentro, fue él quien decidió no agregar más minutos, 90 minutos y ya, se acabó. No quiso agregar ni siquiera el tiempo perdido en otras jugadas. Quizá podían haberse agregado los suficientes al menos para despedirse bien.
El partido terminó como todos sabían que terminaría en cuanto al resultado, pero no en las formas de lograrlo, nadie esperaba el coraje y la entrega del equipo en la cancha, de nuestro equipo. Sí, salen profundamente dolidos, derrotados, grises, pero agradecidos. Los jugadores se acercan a la pequeña afición visitante que vino a alentar desde muy lejos, aplauden con ellos porque es mejor morir de pie que de rodillas, en ningún momento se dejaron caer, buscaron satisfacer a esa afición que todo mundo tachaba de suicida, ¿Apoyar a un equipo que es bien sabido que va a perder? ¡Mira esa desventaja! Es un suicidio. Por eso están agradecidos los jugadores, con todos, si bien ellos intentaron conducirse con mucho respeto ante esta muy triste y amarga tragedia, se presenciaron actos de desprecio muy groseros se hacían hacia el visitante. Actos por los cuales nuestro equipo no debía caer en esas provocaciones. Este equipo le tiene respeto a su rival. Ellos sólo quisieron guardar su debida distancia, eso provocó malentendidos.
Esa afición creyó en la gran recompensa, y la obtuvo, y es la incondicionalidad.
El equipo visitante se retira como segundo lugar en un torneo sin precedentes, nadie creyó que llegaría hasta donde lo hicieron. Esta generación acaba de hacer historia en el club, son unos ídolos y se han consagrado como leyendas, leyendas vivientes. No buscan culpables ni reclamos, se van con la frente en alto.
La cancha se llena de flores, en tiempos de duelo son de luto, en tiempos de gozo son de festejo.
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