jueves, 28 de septiembre de 2017

Agua en medio del desierto

I
Era el día. Era 28 de septiembre. El oasis en el desierto se había convertido en realidad ese día, sólo debía soportar unas cuantas horas en el búnker hasta que se consumiera la jornada de ese día para poder ir al lugar. Había estado preparándome para ese día desde poco más de 3 meses antes que supe la noticia y todavía más cuando supe que podría presenciarlo un día más.

Era el día. Durante meses hablé sobre ese momento pues años anteriores por mi insolvencia no había podido juntar lo necesario para poder presenciar ese evento teatral-musical, lo que para algunos era realidad, para mí era solamente un mito, una leyenda urbana que hablaba en las críticas de los conocedores que salen en los documentales, las revistas y los reportajes, un fantasma que recorría el lado oscuro de la luna. Era el jodido día.

Ciertamente no recuerdo cómo fue que desperté ese día, pero recuerdo perfectamente cómo se volvía un fenómeno en el poema a medida que se acercaba el día, la fiebre brotó desde el inicio, pero no se hizo tan presente sino hasta el día, ese día el cual yo formé parte.

Las enseñanzas que había adquirido de su legado había significado demasiado para mí pues en ese entonces estaba pasando por una situación tormentosa (no aparente hacia los demás): mi trabajo que me había raptado, mi poca vida social, mi etapa yendo a Polanco cada sábado a las 10 de la mañana para una plática interesante que intentaba sacarme del hoyo, una de las etapas más difíciles que he pasado, una de las más difíciles, bueno, quizá no fue tan difícil, difícil solamente lo hacía ver yo al no poder tomar ciertas decisiones, el monstruo lo creaba yo de cierto modo, pero lo que es una realidad es que esa etapa fue la más reveladora de lo que llevo hasta el momento en que escribo estas letras.

Acudí al búnker y me senté, con ropa ligera, con presencia pesada. Hice lo que debía hacer y lo hice bien, lo que habré hecho no tiene significancia para esto, sólo el momento que debía huir de ahí. Lo recuerdo, llovía ligeramente y las calles del poema en la zona de Acacias podían haberme impedido el paso en otras circunstancias, pero no en estas, las calles de la zona despertaban sensaciones que perduran y combinan con lo que recuerdo de ese día.
 
Tomé una ruta diferente pues había quedado en un sitio de verme con mi chica de aquel entonces. No parecía ella tan ansiosa como yo a pesar de lo que le mostré para familiarizarse y de lo que le contaba. No la culpo. Cuando llegamos a la estación del metro General Anaya el agua arrecía con fuerza insipiente que de todos modos no impedía el paso. Ya era ciertamente tarde, pero aun así decidimos ir a mi departamento a dejar sus cosas, comer algo rápidamente y volar rumbo al escenario. De lo anterior solamente ocurrió lo primero pues terminamos teniendo sexo en mi departamento, uno posicionado de forma interesante como lo que posiblemente nos esperaba ese día al final, incluyendo también al llegar de nueva cuenta al departamento a terminar lo que empezó.
 
Salimos en un cielo nocturno y me preocupé principalmente por cómo llegaría mi hermano gemelo, debía ser parte de este momento conmigo, debíamos ser parte de este momento como muchos días ha sucedido. Pero la cuestión se dificultó porque un compromiso extraordinario combinado con la impuntualidad de la otra parte solamente contribuía a su resignación de no encontrarme con él. Él había decidido no ir.
 
Entré en conflicto por convencerlo, pero era imposible, no podía con la impuntualidad de la otra parte, su asesor de tesis que no llegaba. Mi hermano se encontraba sumamente más lejos de lo que yo estaba y sabía que era imposible llegar a tiempo. La ciudad también lo sabía.
 
Tomamos lo que parecía la mejor vía, el tren y posteriormente el metro, pues la avenida estaba atorada en el tráfico de un día que llueve. Mientras esperábamos el tren, platicábamos sobre si sería posible llegar a tiempo a lo que yo respondía con un convencido “Sí, no te preocupes”, pero replicaba ella con un “¿crees que realmente inicie a la hora indicada en el boleto? A veces empiezan después, ¿no?” y sentencié “Amiga, este hombre es inglés”. A la par que esto sucedía un perro asustado corría desamparado y asustado sobre la vía que recorría el tren, a lo cual nos preocupamos demasiado pues no muy atrás se encontraba el tren que venía por nosotros. Cuando por fin entramos al tren el conductor abrió la puerta.


-    ¿De casualidad no vieron a un perro por aquí?
-    ¡Sí!, se fue rumbo a la siguiente estación. Dijimos
-    Muchas gracias.
 
Avanzó y observábamos por el parabrisas si venía el dichoso perro, y mientras pensaba en lo trágico que sería encontrarlo en el desafortunado momento en que el tren del lado opuesto viniera, el mismo perro acorralado por dos trenes que lo dejaran sin escapatoria, también pensaba sobre si eso podría afectar nuestro trayecto o ritmo de llegada, sin embargo no ocurrió la desgracia imaginada pues el perro, a pesar de encontrarlo corriendo de frente a nosotros y frenándose con esas orejas espantadas y agachadas, pudo evadir el atropello. Avanzamos y no supimos nada de él después.
 
Llegamos al metro y el trayecto no tuvo novedad alguna salvo la comunicación que mantenía con mi hermano para que me confirmara su asistencia, misma que no podía ni él mismo observar. Cuando llegamos a la estación Chabacano, que es esa que nos llevaría sin escalas al escenario, mi hermano mandó al diablo todo y emprendió su aventura. Y así comenzó la historia de cada día similar, de cada día de multitudes reuniéndose por gusto: estaciones saturadas y violencia para acceder a alguno de los transportes, no podía yo ver la forma de entrar a uno de esos malditos trenes y decidimos retroceder un poco, cosa que no nos favoreció del todo, pero al final resultó. Esperábamos que llegaríamos al lugar indicado sin contratiempos, sin embargo, estuvimos atorados demasiado tiempo en la estación del metro Jamaica, tiempo que hizo que rebasara la hora de inicio del evento, pero eso no perjudicó en nada en mi espíritu pues sabía que iba a tener una segunda oportunidad 3 días después.
 
Una vez de estar viajando en la eternidad, bajamos de la estación y la aglomeración de tantas personas con su boleto en la mano y su vestimenta despertaba en mí lo que cada día similar hace: euforia. Era el día y también ellos lo sabían.
 
Esta aglomeración por un momento obstaculizó las salidas de la estación y los revendedores surgían como ratas de las cloacas, mientras que las mujeres policía nos daban la muy materna bendición de Dios y fortuna de este día. Ellas también lo sabían y eso nos hacía sentir bien.
 
Yo sabía que mi hermano ya venía y que el concierto ya había dado inicio y pensar en dónde estaría él sólo constituía especulación, nada era seguro. Por otra parte, la chica decidía entre puestos y puestos la camisa ideal que formaría parte de su vestimenta en este día y así, me invitaba a tomar una a lo cual me negué pues yo consideraba que no era necesaria al menos para mí y demostrar que había acudido al lugar, por eso estás leyendo esto.
 
Después de la camisa: correr. Corrimos de tal modo que sólo así pude recordar que tenía lastimado el tobillo tras haber jugado futbol de un modo aventurado y poco prudente, por dicha razón me retrasé y al escuchar los acordes del teclado que estoy escuchando en estos momentos en los que te cuento esto y que acompañó Clare Torry decidí retomar el camino, pero poco antes de eso, la sorpresa que sólo pocos entenderían: entre la multitud y la velocidad a la que íbamos todos, escuché un inconfundible “¡Grillo!” mismo que me hizo girar la cabeza y abrazar a mi hermano y gritar su nombre y decirle que qué bueno era verlo, a él que me había encontrado y que había dejado atónita a la chica pues para ella eso sería muy difícil de haber conseguido, la especulación giraba en torno al vínculo consanguíneo de tener un gemelo. Le dije el nombre de la canción que estaba ya tocando: Great gig on the sky.
 
Consecutivamente siguió Money y la fórmula cobraba sentido a medida que podíamos ver a la muchedumbre bajo nosotros con las luces que desprendían sus teléfonos que grababan ¿resultaba necesario eso? No lo creo.
 
Cada canción despertaba una sensación única, Money despertaba esa reflexión de la soberbia que uno puede alcanzar con tal de obtener un poco de dinero. Prácticamente habían tocado las canciones siguieron el tramo del disco de 1973, el viaje en el tiempo nos llevó hasta el año que la música alcanzó un pico, pero las canciones del disco hicieron una pausa al haber terminado de Us and Them, la canción que habría sido parte del mejor viaje extra sensorial en el cual pude ver con David cómo el cigarro se movía conforme la música se daba, y dio inicio el disco que fue especialmente dedicado a Syd Barret por su partida “Wish you were here” y, naturalmente, empezó con Shine on your Crazy Diamond, canción que causó un considerable gritó pues ciertamente era de aquellas que estaba esperando.
A este paso yo intuía que seguiría la cronología de los discos casi casi respetando el orden de los mismos, y así fue. Con los efectos visuales de Have a cigar tuve un asombro pues la pantalla que proyectaba esas imágenes no solamente era enorme sino que hacía parecer que proyectaba ese escarabajo de forma tridimensional, y sorprendía también el modo de cómo podía ejecutar esa canción.
 
Y de repente, llegó uno de esos momentos cumbre, esos momentos donde la muchedumbre sabe que es el clímax del evento, ese momento de los acordes de Wish you were here, y esto era sabido por el audio de las conversaciones que anteceden a esos acordes que hacían conmoverme, ante esto, cantar. Los silencios se respetaban y la letra se sentía con un encendedor en la mano. Yo buscaba en esa canción algunos detalles aislados que algunos instrumentos me desprenden gratas sensaciones al momento de tocar esa canción, a lo cual podía encontrarlos y me causaba satisfacción.
 
Cómo me habría gustado que hubieras estado en ese momento para que pudieras presenciar la locura de los asistentes.
 
Es fácil recordar ese día por la importancia de esos momentos. Al final de una de las canciones más esperadas comenzó el disco consecuente, Animals. Y para ello del escenario comenzó a emitir una alarma que hacía surgir columnas que emitían humo y que al final simulaban, con las pantallas, la Battersea Power Station de Inglaterra, aquella central eléctrica que forma parte de la portada del disco y que no se encuentra lejos de Hyde Park, el lugar que vio reunido a Pink Floyd por última vez en el año 2005. Fue entonces como dio inició la temática de los puercos que gobiernan, de los perros que ladran y los cerdos que se preocupan por los otros, yo esperaba la ejecución completa de Pig on the wing pues para mí esa canción me aliviaba demasiado cuando tenía problemas con la chica pues sugería una posición de espejo donde podíamos encontrarnos nosotros dentro del otro, independientemente del resultado con mi chica de ese entonces esperaba ese solo que dividía ambas partes de la canción y que invitaba a la reflexión. Idea musical.
 
En el ambiente del escenario surgía un cerdo volador con mensajes cargados de temas políticos y sociales, conceptos que la masa aludía y que supongo lo hacía bajo los efectos del fenómeno de la masa, bajo los efectos que supone la canción Sheep y el disco en general.
 
Los animales se habían extinguido y dio inicio The Wall, ese hito histórico también, y comenzó con la canción que hacía que el público olfateara uno de los temas más conocidos del grupo, la canción en cuestión era “The happiest days of our lives” que me daba, curiosamente, uno de los días más felices de mi vida y que antecedía a nada más y nada menos que “Another Brick in the Wall Part 2” que formaba un muy agradable ambiente pues los encendedores retumbaban al compás de la canción y hacía materialmente visible la velocidad del sonido.
 
De ese disco yo esperaba varias canciones, un de ellas Mother.
 
(Suspiro) En la pantalla se proyectaba un tren arribar a una estación y las preguntas de dicha canción comenzaban ¿debía yo empezar a construir mi propio muro? ¿Debería confiar en el gobierno? En este momento surgía el mensaje en la pantalla “Renuncia ya”.
 
“Uuuuuuu, aaaaaaaa” Alivió mi corazón, lo suavizó al borde la lágrima, ese coro público había sido auténticamente conmovedor y lleno de sensaciones y cada uno encontraba, a su propio criterio, su madre o la madre que no tuvo. Por supuesto que va a venir a ayudarme a construir mi propio muro. Creo que esta canción significó demasiado para mí, invadían muchos recuerdos y vivencias que sucedían en ese entonces o de antes y estos recuerdos transitaban en mí a la par que la canción avanzaba ¿ella era demasiado buena para mí? ¿Sería peligrosa para mí? ¿Me rompería el corazón? La canción finalizó con un aplauso lleno de sentimientos en mí.
 
Yo me encontraba confundido de tantas sensaciones visuales y auditivas que llegaron a sorprenderme más cuando volvían a tocar las últimas canciones de The dark side of the moon, retomaron con Brain Damage y sucedió algo similar que con Mother, esta canción transitaba en mí y proyectaba reflexiones que se combinaban con lo que había visto en un documental de la BBC sobre las eras del rock donde hablaban de la historia de esta canción y su relación, nuevamente, con Syd Barret sobre la locura y cómo influyó su separación en el grupo para recibir a Gilmour. Mi cabeza empezó a explotar con pensamientos oscuros. Esta canción fue crucial para traducir lo que se venía, pues al punto de casi finalizar en la pantalla se veía un sol y una luna que podían alinearse y en mí me hicieron predecir que se venía Eclipse, esa canción que daría por concluido el disco. Y así fue, en el punto final, el escenario cambió por completo y con láser fue formado un prisma, una luz blanca y con una infinidad de más laser la simulación de la descomposición de la luz blanca atravesando el prisma en medio de un juego de humo, todo mundo no sabía cómo reaccionar. Mi hermano y yo murmurábamos sobre cómo lograron eso, la recreación del disco en un escenario. Todo era en ese momento (el ahora). Todo lo que se había ido. Todo estaba acompañado por un gran solo de saxofón que invitaba al final del concierto.
 
Y así parecía, el final.
 
Sin embargo, Waters salía con sus propias palabras a emitir un mensaje que decía:

La última vez que toqué en el Foro Sol, conocí a algunas familias de los jóvenes desaparecidos en México. Sus lágrimas se hicieron mías, pero las lágrimas no traerán de vuelta a sus hijos. Señor presidente, más de 28 mil hombres, madres, niñas y niños han desaparecido. Muchos de ellos durante su mandato, desde el 2012. ¿Dónde están? ¿Qué les pasó?
Recuerden que toda vida humana es sagrada, no solo la de sus amigos. Señor presidente, la gente está lista para un nuevo comienzo. Es hora de derribar el muro de privilegios que dividen a los ricos de los pobres. Sus políticas han fallado. La guerra no es la solución.
Escuche a su gente, señor presidente. Los ojos del mundo lo están observando
 
Una vez terminado esto dio inicio el final con 3 canciones más, donde al final, se vino con la más contundente canción y compuesta por uno de los mejores solos de guitarra que jamás haya presenciado el planeta Tierra en toda su existencia: Comfortably Numb, al escuchar el bajo que da inicio la canción las rodillas se me doblaron venciendo mi propio peso pero sin dejarme caer. Era la última. Debía despedirme cantando dicha canción a toda costa.
 
No había dolor estaba yo sedado. Venía en olas que atravesaban y los labios de los demás se movían pero no podía escuchar lo que decían.
 
Estaba al borde del colapso, temblando de nervios, el dolor del personaje de la película se transmitía en mí con ese desgarrador pero, contradictoriamente, suave “Ahhhhhhh” que antecedía y precedía al primer solo de guitarra.
 
Todo funcionaba y me sentía bien.
 
No había dolor estaba yo sedado. Venía en olas que atravesaban y los labios de los demás se movían pero no podía escuchar lo que decían.
 
Quedé impactado porque sabía que venía el final y ese solo. Fue entonces cuando vino y todo se cayó. Las imágenes de la película se proyectaban en mi mente, esa toma y esa enfermedad. Todo se cayó.
 
Se había acabado, fuegos artificiales salieron e invitaban a tomar camino. El trabajo se había logrado satisfactoriamente. Nosotros 3 salimos caminando en medio de la gente que hablaba sobre el evento y aunque fue espectacular, sin duda se sentía la ausencia de Gilmour, cosa que platicábamos así como las canciones que no habría gustado escuchar. 
 
Pero sin duda había sido uno de los conciertos más espectaculares que había presenciado.
 
Tuve que despedirme de mi hermano felicitándolo por su decisión de venir y no desperdiciar el boleto, y cuando la chica y yo veníamos de regreso al departamento me comentaba que estuvo tan bueno que estaba pensando en acudir conmigo al concierto que volvería a ejecutar Waters 3 días después en la plaza principal de la Ciudad de México y que sería gratis.
 
Lo acordamos, lo comprometimos y sólo quedaba esperar al concierto 3 días después.
 

sábado, 23 de septiembre de 2017

Septiembre

Nunca creí que iba a vivir una catástrofe como la que mis padres vivieron el mismo día que yo lo viví, pero de 1985. Por suerte me tomó el sismo en una zona relativamente segura en un edificio bien construido.
Cuando tuve que caminar más de 10 km para llegar a casa me venían a la mente ciertos pensamientos ¿la gente estará apoyándose unos a otros como hace exactamente 32 años o debemos tener más miedo a nosotros mismos que actuaremos encima de los demás para sobrevivir? Por fortuna sucedió lo primero, el apoyo está presente.
Las tragedias nunca se acaban y ciertamente muchas veces vivía con miedo de lo que pueda suceder con la naturaleza, esperemos que nada malo nos suceda. Los pensamientos que me invadían sobre las vivencias de quienes no corrieron con buena suerte no me dejaban dormir y lo mínimo que podía hacer era compartir información útil, salir a las calles a ofrecer mi apoyo, entregar herramientas, medicinas y demás proviciones de rescate y alimentación así como apoyo de traslado de utilidades en zonas de desastre y ser un enlace de comunicación entre esas zonas y aquellas que tenían proviciones suficientes y también como voluntario en cargar cajas para llenar camiones que se dirigen a los pueblos que lo requieren. Cada quien apoya como puede.
En estos momentos pasa una ambulancia y así han sido los últimos días, hoy por la mañana volvió a activarse la alarma despertando los miedos de los ciudadanos que temen otra catástrofe.
Duele la negligencia, las pérdidas, la centralización en ciertas zonas, el olvido a otras, la impotencia de no poder ir a ayudar en ciertos lugares, los obstáculos, duelen los números en incremento que podía visualizar con mis propios ojos, pero alivia ser parte de una sociedad que, a pesar de eso, hace su mejor esfuerzo para ayudar a quien más lo necesita.
Debemos estar conscientes que todo puede suceder, la vida es un regalo que se debe entregar al final, y mientras tanto debemos vivirla lo mejor que podamos, y si algún día llega ese momento de decir adiós, solo quiero que sepan que siempre fui feliz a pesar de todo, que aunque muchas veces viví triste y acomplejado, no podía ver la felicidad por la cual me encontraba, por la fortuna de vida que me tocó, por la dicha de infancia que tuve y los momentos maravillosos que viví a cada una de las personas que me rodeó a lo largo de mi vida pues de cada uno tuve lecciones aprendidas.
Quiero que todos estén bien, siempre.