Por primera vez acudía a subirme a un taxi y gritar con todas las fuerzas que mis venas resaltadas en mi garganta me daban.
- ¡Siga ese maldito auto! -Dije mientras señalaba un auto compacto rojo
- ¡A la orden, señor! -Exclamó fervientemente el buen conductor y salimos acelerados en su incómoda unidad.
Tuve que hacer una llamada
- Diana, encontré el tipo que abusó sexualmente de ti mientras dormías en tu departamento en Tacuba, ya sabe que lo estoy siguiendo, pero debes saberlo porque no sé cómo puede terminar esto ¿sabes a lo que me refiero, verdad, ingenua? Quiero decir; que si bien este tipo tenía mucho tiempo espiándote mientras te bañabas, no querría ni imaginar la cantidad de cosas oscuras que tenga bajo la manga ahora que sabe que lo estoy siguiendo, no sé si el tenga las suficientes agallas para matarme o para hacerme daño. Tambien debes saber que lo voy siguiendo por si no tienes noticias de mí y sepas que me involucré en esto.
- ¿A caso hablas de mi ex-vecino y que entró quién sabe cómo a mi departamento?
- Exactamente, yo creí que jamás volvería a verlo...
- PERO QUÉ CLASE DE ESTÚPIDO ERES? -interrumpió- No me canso de decirte cada día lo tan pendejo que eres, ayyyy, no, no, no, no me digas esto, regresa por donde viniste, no tienes porque estar haciendo esto, sabes que eso ocurrió hace mucho tiempo y tu pendejada de decírmelo ahora sólo me hará iniciar las terapias de nuevo ¡JUSTO CUANDO ESTABA A PUNTO DE TERMINARLAS! No puedo creer lo tan pendejo que eres, en serio.
- Exactamente, yo creí que jamás volvería a verlo...
- PERO QUÉ CLASE DE ESTÚPIDO ERES? -interrumpió- No me canso de decirte cada día lo tan pendejo que eres, ayyyy, no, no, no, no me digas esto, regresa por donde viniste, no tienes porque estar haciendo esto, sabes que eso ocurrió hace mucho tiempo y tu pendejada de decírmelo ahora sólo me hará iniciar las terapias de nuevo ¡JUSTO CUANDO ESTABA A PUNTO DE TERMINARLAS! No puedo creer lo tan pendejo que eres, en serio.
- Pero, Diana... yo, yo creí que... olvídalo, no hay marcha atrás, perra desgraciada
- ¡ESCÚCHAME DESGR...
Colgué.
No podía pasar un día sin encontrarme con un perra en el camino, en el transporte, en las tiendas, en mis sueños. Perras.
Justamente íbamos recorriendo circuito interior a la altura del Casco de Santo Tomás cerca de Santa María la Ribera. El taxi iba a su máxima potencia dentro de sus posibilidades, pero este taxi es digno de un campeón, digno de un ganador, podríamos inclusive chocar el coche al costado del otro para detenerlo y acudir a los golpes y este auto seguiría intacto, tal y como sucede en esas historias chuscas que se escuchan cuando un conocido sufre un choque de mediana o baja magnitud donde quien pega no sufre daños en el auto. Claro que podíamos hacerlo de esta manera porque en este taxi estábamos dos campeones: yo y este chofer con camisa de tirantes blancos y manchas de grasa.
La noche del domingo hacía que el tráfico fuera fluido y pudiéramos hacer desde Santa María la Ribera hasta Chapultepec en tan sólo 40 segundos, todo un récord de campeones. Y es que este maldito abusador iba en un compacto horrible, ¡JA!, ¡Vaya auto para perdedores! Claramente morderá nuestro polvo porque ahora este taxista y yo somos un equipo imbatible. LOS MEJORES.
Los números del taxímetro subían estrepitosamente y podía sentir calambres en mi cartera, no importaba, había lo suficiente para poder cubrir esta emergencia así que seguimos por la misma dirección hasta toparnos con calles estrechas cerca de Tacubaya, la maldita Tacubaya, y así, doblamos a la izquierda (ya no sabía el nombre de las calles) luego a la derecha y seguimos por dos cuadras hasta que dimos vuelta a la derecha.
Los números del taxímetro subían estrepitosamente y podía sentir calambres en mi cartera, no importaba, había lo suficiente para poder cubrir esta emergencia así que seguimos por la misma dirección hasta toparnos con calles estrechas cerca de Tacubaya, la maldita Tacubaya, y así, doblamos a la izquierda (ya no sabía el nombre de las calles) luego a la derecha y seguimos por dos cuadras hasta que dimos vuelta a la derecha.
- ¿Está conmigo en esto?
- ¿Yo? ¿Pero qué clase de loco te crees? ¿No sabes el riesgo que corro con tan sólo traerte aquí? escuché tu conversación, y por lo que escuché, eres un hombre poco inteligente, ni siquiera pudiste comunicar la situación de la manera más adecuada
- Creí que tenía pelotas, en ese caso me hubiera negado el acceso a su terribe unidad.
- Mmmmh, (gruñido), no creo que sea la mejor opción acompañarte.
- Será su mejor opción si sabe que le pagaré: 50% más de la tarifa y 100 pesos más.
- Hecho. Vamos por ese bastardo.
Y continúo velozmente hasta que el sospechoso bajó del compacto hecho un rayo dejando la puerta abierta mientras el auto esperaba ahí, y en ese momento, inmediatamente yo bajé del auto haciendo lo mismo, esperé a que se tratara de una lucha Choferes y Pasajeros. Corrí como pocas veces mis piernas me lo permitieron, pero a las siguientes dos cuadras había estado perdido en un parque (creo que era el Parque Lira), por suerte vi que el sospechoso se metía en un casa que tenía en la fachada un graffitti malhecho con color verde y café que decía "El mapi". Como era de esperarse, entré sin la menor duda de que algo malo podría sucederme en ese momento de decisiones tambaleantes, pero lo hice porque siempre he tenido la idea de que las personas más perversas son las más solitarias, ese tipo de personas que con tal de conseguir sexo pueden hacer las más terribles atrocidades, inclusive entrar en el departamento de una vecina, amordazarla y violarla hasta que se exprima la polla al ritmo de respiraciones enfermas. Ése era el chico que estaba siguiendo, mi chico. Por esa razón entré al edificio, porque si se trataba de una persona perversa significaba que era solitario y por lo tanto no tendría ningún tipo de secuaz esperando con un bate de béisbol justo detrás de una puerta, o con algo peor...
Era una vecindad, tal y como en la que solía vivir Diana en aquellos días, entonces eso sólo podía significar que el parásito se trasladaba de vecindades en vecindades violando mujersitas y desapareciendo, me da asco.
Las vecinas gritaban desesperadamente (pinches mujeres escandalosas y metiches), de hecho, un joven que aparentaba ser hijo de los dueños del lugar me mandó al suelo de un golpe al estilo Tacubaya, había perdido la batalla antes de iniciarla. Me mantuvó en el piso.
- Suéltame, maldito bastardo, no tienes ni puta idea de porqué entré a este lugar de insectos. -Reclamé dando patadas al aire
- Te nos largas de aquí, imbécil, no queremos forasteros como tú.
- Estarías agradecido conmigo si entendieras que es mejor un forastero como yo que pusilánimes como... ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH! Hijo de la gran puta, que me sueltes -Apretó su mano contra mi cuello, un punto débil.
Entonces me golpeó con su puño tantas veces fueron necesarias para haber sangre escurriendo de mi nariz.
- Hay un violador que vive en este sitio sin que se den cuenta, y mucho menos lo harán si no saben quién es, y peor aún si no me sueltas, Mr. Danger, les estoy haciendo a todos ustedes el favor, MIRONES, en evitar de que se vayan a dar cuenta hasta que viole a una de sus habitantes (que con lo que pude ver, no tendría de dónde escoger).
- Ya nos encargaremos de él pronto, sácate a chingar a tu madre.
- ¡Tercos!, violó a una mujer que conozco, no sean malditos desgraciados.
- ¿Y cómo lo enfrentarías si no puedes conmigo? -En cierto modo Mr. Danger tenía razón, pero cabía la posibilidad de que al violador lo pudiera enfrentar en condiciones más favorables, el chiste era descubrirlo, enfrentarlo-
- Suéltame -me lo quité de encima-, puedo salir sólo de aquí.
Salí de la vecindad y caminé a mi taxi, tenía que regresar.
- ¿Qué pasó? Vienes todo golpeado -Dijo el taxista
- Claro, me golpearon los de la vecindad de allá ¿te animas a regresar conmigo allá y hacerte ganar muy bien esos $100?
- Yo digo que eres un terco, ya déjalo ir...
- No, como-quiera-que-te-llames (ya no hablaba de usted), tenemos que agarrar a ese malviviente y meterle un palo de escoba por el culo. Oye, por cierto ¿qué pasó con el conductor del Compacto rojo?
- Si te dijera que... -Nuestra erudita conversación fue suspendida por una serie de disparos de bala que dio directo en la ventana trasera del taxi, en la llanta trasera, ponchándola y en el espejo retrovisor, haciendo enfurecer al taxista. Fue una suerte que ese malnacido haya tenido tan mala puntería-
- ¡Ese maldito hijo de perra! Le voy a meter un palo de escoba por el culo al tan desgraciado -Bajó inmediatamente de su taxi y lo seguí-
Era evidentente que intentó matarme con ese disparo, pero una vez más él demostraba su debilidad ante las situaciones queriéndolo hacer cuando estaba platicando de espaldas y de pie con el taxista. Una vez más éramos el equipo imbatible, entramos a la vecindad.
El valeroso vecino que me había dado una golpiza se había metido a su departamento lleno de adornos del Club América, las vecinas gritonas y chismosas habían metido a sus hijos a sus departamentos para su protección; ese tipo de personas inmediatamente llama a la policía en situaciones como ésta, pero aquí la policía no parecía ser bienvenida. Esta no era la situación favorable que había pensado en mi estancia en el suelo.
- ¡Atrévete a entrar, maldito hijo de perra! Morirás apenas entres, el daño ya está hecho para la sabrosura de Diana, JA JA JA JA -la risa del gozador de carnes era tremendamente nerviosa y escalofriante, y es que esto ya no era como las películas, me sorprendía que en los casos que he visto con armas de fuego, el portador sale sin dudar a la acción si sabe que el contrario está desarmado, es casi un instinto. Y él no salía, quizá su mente retorcida quería hacer que todo fuera algo más interesante, algo digno de contarse. Y es que algo sucedía, se escuchaba cómo unos metales chocaban entre sí, POR SUPUESTO, o su arma estaba descargada, estaba trabada, tenía problemas con el seguro o estaba cargando un nuevo cartucho. Entré hecho un rayo-
Al entrar vi que estaba sentado en una silla apuntándome, pero su seguridad no lo respaldaba, había algo malo en él. Entró el taxista.
- ¡¡¡ERES TÚ!!! -Dijo.
- ¿Lo conoces? -Le dije
Corrió el taxista tan velozmente que le quitó el arma sin suceder disparo alguno, el misterio fue saber qué problema había con dicha arma
- Con que a esto siempre te estuviste dedicando, maldito hijo de perra -el taxista lo tomó por el cuello-, no comprendo cómo es que te la has pasado viviendo de esta sucia y nefasta manera desde la última vez que te vi. Te tengo justamente como te quise agarrar en 1996 cuando me encerraste en el garage de mi casa, violaste a mi esposa y la mataste. ¿Sabes lo que ha sucedido después de eso? bien, quizá no lo sepas, pero después mi vida se vino abajo y perdí la posición socioeconómica, la reputación y el respeto que antes tenía, los planes de tener hijos se fueron como agua en la coladera, mi trabajo no pude soportarlo por la falta de capacidad de concentración, mi casa, bueno... esa es otra historia. Tuve que meterme a trabajar a un sitio de taxis y desde el 2000 estoy trabajando en ello, ganando 4 veces menos que antes y viviendo 20 veces más infeliz ¿qué te parece, pequeño hijo de perra? ¿te parece justo que mientras tu satisfacías tus bajos deseos sexuales, destruías las vidas de las demás personas?
- Oye, yo no tengo la culpa que tu esposa tuviera un cu...
- ¡CÁLLATE, IMBÉCIL! -Le dio solo un tremendo puñetazo con la otra mano que lo que me habían hecho podría haber quedado sin duda alguna en la categoría de amateur-básico-aficionado, la sangre brotaba y caía en la playera del bastardillo, el taxista lo seguía sosteniendo por el cuello, su enferma víctima ocupaba sus brazos para librarse del dolor que le provocaba la asfixia- ¡No sabes el dolor que provocaste en mi persona, imbécil, no te das cuenta del daño que provocaste dentro de mí, no puedes comprender lo difícil que es ver bajar a la tierra a la mujer a quien le juré amor eterno! Bueno, respira profundo... ssssssssss, fuuuuuu, sssssssss, fuuuuuuu, eso fue muy sentimental -y le propinó otro golpe con el cual el delincuente dejó caer la cabeza, el taxista aprovechó su inconciencia para darle los golpes necesarios para dejarlo terriblemente mal-
- Oye, cálmate -mentí-
Le dio tantos golpes que tiempo no tuvo el delincuente de recuperarse. Esto holía a sangre, dolor y muerte, por tanto, yo sabía que algunos de nosotros iba a morir, y no iba a ser quienes formaban parte del equipo imbatible, no señor. Continuó dándole tantos golpes que por su camisa de tirantes se veía cómo sus músculos trapecios se contraían y se alargaban a medida que continuaban los golpes, el sudor se hizo presente en su espalda, frente y pecho y la sangre del delincuente se hizo presente sólo en su camisa que terminaba haciendo una rara fusión con la grasa. De repente, un crujido. Sabrá la llanta ponchada del taxi qué habrá crujido dentro del cuarto, pero la espalda del taxista no fue, y entonces los golpes empezaron a disminuir en frecuencia, pero no en intensidad. Bastaron alrededor de 40 segundos más para que el taxista se sintiera satisfecho por que la cara de nuestro nuevo amigo ya no se distinguía por estar inundada de sangre ¿irreconocible? quién sabe ¿muerto? seguramente, sólo moví mi dorso para ver un poco el producto de la acción del taxista, éste se levantó lentamente con una respiración bestial y llegué a pensar que podría matarme porque creí que esto sería el rito de iniciación de un nuevo asesino serial y seguía yo. Se acercó a mí.
- ¿Es en serio que hiciste eso por 50% más de la tarifa y $100? ¡Vaya que a ti sí te gustan las latas, como-quiera-que-te-llames! -Dije
- ¡JA JA JA JA JA JA JA! -hizo una pausa para recuperarse de su exagerada risa- Llámame Fer y olvida ese dinero.
- Muy bien, Fer, ahora tengo algo que decirte ¿Te diste cuenta que mientras disfrutabas golpear a este pobre imbécil, las vecinas gritonas y chismosas ya llamaron a la policía? seguramente esta viene para acá mientras nosotros seguimos aquí y tu llanta está ponchada. Estamos fritos.
- ¿Y te das cuenta del tiempo que perdimos mientras me regañabas? ¡Vámonos!
Bajamos las escaleras y caminamos por el pasillo hasta llegar a la calle, por muy raro que parecía, no había gente en las calles, por lo que salimos a toda velocidad en el taxi-llanta-ponchada y nos colocamos en el cruce de Av. Observatorio con Periférico, desde ahí tuvimos tiempo para orillarnos y para que él cambiara la llanta ponchada del auto.
- Vaya que fue un buen plomazo el que le metió a mi coche, ¿no crees? ya está empezando a llover y no sé cómo reparar el problema de mi ventana.
- Seguramente, Fer, la verdad es que este día fue muy bueno
- Oye, ¿y qué vas a hacer con tu amiga? ¿O sí era tu amiga? -Lo dijo mientras cambiaba su llanta por la de repuesto.
- Nuestra relación es algo que sólo nos imcumbe a nosotros dos, lo siento, no te ofendas.
- No hay problema...
- Pues no sé si le vaya a contar esto, quizá al fin y al cabo le mienta y le diga que todo fue una broma, a veces es demasiado estúpida, si te contara las mentiras tan inverosímiles que le dicho y se las ha tragado todas. Bueno, tú sabes que a veces las mujeres también se hacen las estúpidas para que en el momento menos indicado para uno ¡zaz! te tiendan una trampa. Mmmmm, ahora que lo pienso lo mejor será decírle que se me escapó el tipo.
Sobre el puente en la noche los problemas son más frágiles. Las patrullas pasaban a toda velocidad sobre el asfalto mojado por la lluvia que estaba gestándose y la luz de éstas coloreaba nuestros rostros que yacían sobre aquel puente.
- Mira, allá van, seguramente van a la vecindad de nuestro amigo -Dijo Fernando despectivamente
- ¡Mierda!
- ¿Qué pasa? -Fernando lo dijo muy agitadamente mientras volteaba a verme
- ¡Olvidamos meterle el palo de escoba en el culo!
- ¡MIERDA! -Gritó el equipo imbatible.
Era una vecindad, tal y como en la que solía vivir Diana en aquellos días, entonces eso sólo podía significar que el parásito se trasladaba de vecindades en vecindades violando mujersitas y desapareciendo, me da asco.
Las vecinas gritaban desesperadamente (pinches mujeres escandalosas y metiches), de hecho, un joven que aparentaba ser hijo de los dueños del lugar me mandó al suelo de un golpe al estilo Tacubaya, había perdido la batalla antes de iniciarla. Me mantuvó en el piso.
- Suéltame, maldito bastardo, no tienes ni puta idea de porqué entré a este lugar de insectos. -Reclamé dando patadas al aire
- Te nos largas de aquí, imbécil, no queremos forasteros como tú.
- Estarías agradecido conmigo si entendieras que es mejor un forastero como yo que pusilánimes como... ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH! Hijo de la gran puta, que me sueltes -Apretó su mano contra mi cuello, un punto débil.
Entonces me golpeó con su puño tantas veces fueron necesarias para haber sangre escurriendo de mi nariz.
- Hay un violador que vive en este sitio sin que se den cuenta, y mucho menos lo harán si no saben quién es, y peor aún si no me sueltas, Mr. Danger, les estoy haciendo a todos ustedes el favor, MIRONES, en evitar de que se vayan a dar cuenta hasta que viole a una de sus habitantes (que con lo que pude ver, no tendría de dónde escoger).
- Ya nos encargaremos de él pronto, sácate a chingar a tu madre.
- ¡Tercos!, violó a una mujer que conozco, no sean malditos desgraciados.
- ¿Y cómo lo enfrentarías si no puedes conmigo? -En cierto modo Mr. Danger tenía razón, pero cabía la posibilidad de que al violador lo pudiera enfrentar en condiciones más favorables, el chiste era descubrirlo, enfrentarlo-
- Suéltame -me lo quité de encima-, puedo salir sólo de aquí.
Salí de la vecindad y caminé a mi taxi, tenía que regresar.
- ¿Qué pasó? Vienes todo golpeado -Dijo el taxista
- Claro, me golpearon los de la vecindad de allá ¿te animas a regresar conmigo allá y hacerte ganar muy bien esos $100?
- Yo digo que eres un terco, ya déjalo ir...
- No, como-quiera-que-te-llames (ya no hablaba de usted), tenemos que agarrar a ese malviviente y meterle un palo de escoba por el culo. Oye, por cierto ¿qué pasó con el conductor del Compacto rojo?
- Si te dijera que... -Nuestra erudita conversación fue suspendida por una serie de disparos de bala que dio directo en la ventana trasera del taxi, en la llanta trasera, ponchándola y en el espejo retrovisor, haciendo enfurecer al taxista. Fue una suerte que ese malnacido haya tenido tan mala puntería-
- ¡Ese maldito hijo de perra! Le voy a meter un palo de escoba por el culo al tan desgraciado -Bajó inmediatamente de su taxi y lo seguí-
Era evidentente que intentó matarme con ese disparo, pero una vez más él demostraba su debilidad ante las situaciones queriéndolo hacer cuando estaba platicando de espaldas y de pie con el taxista. Una vez más éramos el equipo imbatible, entramos a la vecindad.
El valeroso vecino que me había dado una golpiza se había metido a su departamento lleno de adornos del Club América, las vecinas gritonas y chismosas habían metido a sus hijos a sus departamentos para su protección; ese tipo de personas inmediatamente llama a la policía en situaciones como ésta, pero aquí la policía no parecía ser bienvenida. Esta no era la situación favorable que había pensado en mi estancia en el suelo.
- ¡Atrévete a entrar, maldito hijo de perra! Morirás apenas entres, el daño ya está hecho para la sabrosura de Diana, JA JA JA JA -la risa del gozador de carnes era tremendamente nerviosa y escalofriante, y es que esto ya no era como las películas, me sorprendía que en los casos que he visto con armas de fuego, el portador sale sin dudar a la acción si sabe que el contrario está desarmado, es casi un instinto. Y él no salía, quizá su mente retorcida quería hacer que todo fuera algo más interesante, algo digno de contarse. Y es que algo sucedía, se escuchaba cómo unos metales chocaban entre sí, POR SUPUESTO, o su arma estaba descargada, estaba trabada, tenía problemas con el seguro o estaba cargando un nuevo cartucho. Entré hecho un rayo-
Al entrar vi que estaba sentado en una silla apuntándome, pero su seguridad no lo respaldaba, había algo malo en él. Entró el taxista.
- ¡¡¡ERES TÚ!!! -Dijo.
- ¿Lo conoces? -Le dije
Corrió el taxista tan velozmente que le quitó el arma sin suceder disparo alguno, el misterio fue saber qué problema había con dicha arma
- Con que a esto siempre te estuviste dedicando, maldito hijo de perra -el taxista lo tomó por el cuello-, no comprendo cómo es que te la has pasado viviendo de esta sucia y nefasta manera desde la última vez que te vi. Te tengo justamente como te quise agarrar en 1996 cuando me encerraste en el garage de mi casa, violaste a mi esposa y la mataste. ¿Sabes lo que ha sucedido después de eso? bien, quizá no lo sepas, pero después mi vida se vino abajo y perdí la posición socioeconómica, la reputación y el respeto que antes tenía, los planes de tener hijos se fueron como agua en la coladera, mi trabajo no pude soportarlo por la falta de capacidad de concentración, mi casa, bueno... esa es otra historia. Tuve que meterme a trabajar a un sitio de taxis y desde el 2000 estoy trabajando en ello, ganando 4 veces menos que antes y viviendo 20 veces más infeliz ¿qué te parece, pequeño hijo de perra? ¿te parece justo que mientras tu satisfacías tus bajos deseos sexuales, destruías las vidas de las demás personas?
- Oye, yo no tengo la culpa que tu esposa tuviera un cu...
- ¡CÁLLATE, IMBÉCIL! -Le dio solo un tremendo puñetazo con la otra mano que lo que me habían hecho podría haber quedado sin duda alguna en la categoría de amateur-básico-aficionado, la sangre brotaba y caía en la playera del bastardillo, el taxista lo seguía sosteniendo por el cuello, su enferma víctima ocupaba sus brazos para librarse del dolor que le provocaba la asfixia- ¡No sabes el dolor que provocaste en mi persona, imbécil, no te das cuenta del daño que provocaste dentro de mí, no puedes comprender lo difícil que es ver bajar a la tierra a la mujer a quien le juré amor eterno! Bueno, respira profundo... ssssssssss, fuuuuuu, sssssssss, fuuuuuuu, eso fue muy sentimental -y le propinó otro golpe con el cual el delincuente dejó caer la cabeza, el taxista aprovechó su inconciencia para darle los golpes necesarios para dejarlo terriblemente mal-
- Oye, cálmate -mentí-
Le dio tantos golpes que tiempo no tuvo el delincuente de recuperarse. Esto holía a sangre, dolor y muerte, por tanto, yo sabía que algunos de nosotros iba a morir, y no iba a ser quienes formaban parte del equipo imbatible, no señor. Continuó dándole tantos golpes que por su camisa de tirantes se veía cómo sus músculos trapecios se contraían y se alargaban a medida que continuaban los golpes, el sudor se hizo presente en su espalda, frente y pecho y la sangre del delincuente se hizo presente sólo en su camisa que terminaba haciendo una rara fusión con la grasa. De repente, un crujido. Sabrá la llanta ponchada del taxi qué habrá crujido dentro del cuarto, pero la espalda del taxista no fue, y entonces los golpes empezaron a disminuir en frecuencia, pero no en intensidad. Bastaron alrededor de 40 segundos más para que el taxista se sintiera satisfecho por que la cara de nuestro nuevo amigo ya no se distinguía por estar inundada de sangre ¿irreconocible? quién sabe ¿muerto? seguramente, sólo moví mi dorso para ver un poco el producto de la acción del taxista, éste se levantó lentamente con una respiración bestial y llegué a pensar que podría matarme porque creí que esto sería el rito de iniciación de un nuevo asesino serial y seguía yo. Se acercó a mí.
- ¿Es en serio que hiciste eso por 50% más de la tarifa y $100? ¡Vaya que a ti sí te gustan las latas, como-quiera-que-te-llames! -Dije
- ¡JA JA JA JA JA JA JA! -hizo una pausa para recuperarse de su exagerada risa- Llámame Fer y olvida ese dinero.
- Muy bien, Fer, ahora tengo algo que decirte ¿Te diste cuenta que mientras disfrutabas golpear a este pobre imbécil, las vecinas gritonas y chismosas ya llamaron a la policía? seguramente esta viene para acá mientras nosotros seguimos aquí y tu llanta está ponchada. Estamos fritos.
- ¿Y te das cuenta del tiempo que perdimos mientras me regañabas? ¡Vámonos!
Bajamos las escaleras y caminamos por el pasillo hasta llegar a la calle, por muy raro que parecía, no había gente en las calles, por lo que salimos a toda velocidad en el taxi-llanta-ponchada y nos colocamos en el cruce de Av. Observatorio con Periférico, desde ahí tuvimos tiempo para orillarnos y para que él cambiara la llanta ponchada del auto.
- Vaya que fue un buen plomazo el que le metió a mi coche, ¿no crees? ya está empezando a llover y no sé cómo reparar el problema de mi ventana.
- Seguramente, Fer, la verdad es que este día fue muy bueno
- Oye, ¿y qué vas a hacer con tu amiga? ¿O sí era tu amiga? -Lo dijo mientras cambiaba su llanta por la de repuesto.
- Nuestra relación es algo que sólo nos imcumbe a nosotros dos, lo siento, no te ofendas.
- No hay problema...
- Pues no sé si le vaya a contar esto, quizá al fin y al cabo le mienta y le diga que todo fue una broma, a veces es demasiado estúpida, si te contara las mentiras tan inverosímiles que le dicho y se las ha tragado todas. Bueno, tú sabes que a veces las mujeres también se hacen las estúpidas para que en el momento menos indicado para uno ¡zaz! te tiendan una trampa. Mmmmm, ahora que lo pienso lo mejor será decírle que se me escapó el tipo.
Sobre el puente en la noche los problemas son más frágiles. Las patrullas pasaban a toda velocidad sobre el asfalto mojado por la lluvia que estaba gestándose y la luz de éstas coloreaba nuestros rostros que yacían sobre aquel puente.
- Mira, allá van, seguramente van a la vecindad de nuestro amigo -Dijo Fernando despectivamente
- ¡Mierda!
- ¿Qué pasa? -Fernando lo dijo muy agitadamente mientras volteaba a verme
- ¡Olvidamos meterle el palo de escoba en el culo!
- ¡MIERDA! -Gritó el equipo imbatible.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario