Recientemente conversaba con un amigo acerca de la música. En esa conversación derivada de un comentario sobre "música de negros" concluimos que no debe haber música para razas, no debe haber música de blancos, de negros, de mexicanos o asiáticos. Pocos días después George Michael. Una tragedia. El año 2016 se caracterizó por la pérdida muy dolorosa de artistas, en lo personal la muerte de Leonard Cohen significó para mí el decliva de nuestros ídolos. Ya no hay ídolos tal y como los conocían nuestros padres o abuelos. La música se ha convertido tan sólo en un medio para posicionamiento socioeconómico. El arte se ha vendido al mejor postor. La complejidad de las canciones ya se ve opacada tan solo por la cantidad de dinero que pueda generar un sonido repetitivo como la palabra "Work".
Si bien la muerte de Leornard Cohen fue muy dolorosa, deja una reflexión: Ya no hay ídolos, y los que se forjaron como leyendas, ya murieron o están muy ancianos. Por ese lado no me sorprende la premiación de Bob Dylan como premio nobel de la literatura. A fin de cuentas la composición de sus canciones se traslada a contextos sociales plasmados en piezas musicales complejas. A gusto de unos y no gusto de otros, es bien sabido que esto es cierto.
Por otro lado, la muerte de George Michale deja otra reflexión: En la música no debe haber barreras. Como decíamos anteriormente, no debe haber música de negros ni de blancos, la música tampoco debe tener "géneros sexuales", no debería haber música para gays. La música es para todos. La música es libre.
El año 2016 se caracterizó por eso y la pérdida de muchas personalidades de la música bien interesantes, y también por la oportunidad de acudir a conciertos exquisitos y sobresalientes, llenos de muchos retos impuestos a sí mismos. Pero lo mismo, significó también la posible despedida de esos ídolos que se forjaron en épocas las cuales no nos tocó vivir a la mayoría de quienes gozamos esas músicas. Muchas gracias, Roger Waters por el mejor concierto que mis oídos jamás hayan presenciado.
Lamentablemente hoy me doy cuenta que no solamente nos estamos quedando sin esos ídolos en la música. Hoy desperté con la terrible noticia de la muerte de Zygmunt Bauman. Si usted ha leído este espacio sabe que es punto de referencia en muchos de los post escritos en este blog. Siempre formó parte de mi opinión sobre las cosas. Su aprendizaje trascendió hasta lo personal, pues mucho del arte que observo parte desde sus modelos de análisis.
Entiendo que no podemos mantener las cosas por siempre, pero lo doloroso es que, junto con Lipovetsky, fue la punta de lanza del pensamiento contemporáneo. Sí me dolió su muerte pues pienso que pocos son quienes ponen en tela de juicio la vida contemporánea y los vínculos humanos tal y como los conocemos, pero también él es líquido. Lo que nos queda es depositar la esperanza del pensamiento contemporáneo en las nuevas generaciones.
Muchas gracias, Zygmunt Bauman :'(