martes, 25 de octubre de 2016

Sobre el odio, la intolerancia y fanatismo

A ver, amigos.

Quiero compartir con ustedes una serie de situaciones que me vienen acompañando desde hace mucho tiempo, pero que esta semana se ha visto con más claridad.

Vamos por partes.

Todo comenzó la semana pasada cuando salió una noticia muy impactante acerca de unos presuntos ladrones a los cuales les fueron mutiladas las manos y encima de ello, les fueron tatuadas en partes muy visibles de su cuerpo (como el rostro) leyendas como “Soy ratero” en respuesta de un repudio de la población.
Pues bien, el pensamiento que despertó en mí se apoyará en lo siguiente: Como es bien sabido en este blog, hay una frase me ayuda mucho para mis post, la cual es parte de un libro de ilustraciones de un artista llamado EKO, al cual le dediqué un muy pequeño espacio en un post anterior, dicha frase es:

Quien se cita a sí mismo, jamás se equivoca.

¿y por qué esa frase? Para citarme a mí mismo cuando compartí la noticia de estas personas mutiladas:


"Lo que me sorprende no es la nota, sino la alegría y felicitación en los comentarios.
Acabar con el odio con más odio es igualmente de estúpido que apagar un incendio con gasolina.
Neta.
"

Y es que los comentarios que desprendía la gente estaban encaminados a felicitación, alegría y aplausos. Pero ¿por qué defendería yo a unos presuntos ladrones? Ahí les va.
  1. La mutilación de las manos de estas personas responde, naturalmente, a un problema de falta de entendimiento de las autoridades, no responde a un problema de delincuencia. Entonces, de inicio el problema principal era la delincuencia y el problema secundario la ineptitud de las autoridades para actuar debidamente ante situaciones de esta naturaleza, sin embargo, por el malestar, el problema secundario se convierte en el problema central.
  2. La cuestión de haber defendido a estas personas NO RESPONDE a una actitud de respeto a las instituciones y mecanismos de justicia, NO RESPONDE al argumento de “Es ilegal hacer justicia por su propia mano” porque entiendo perfectamente el dolor que significa la colusión de los elementos policiacos y de justicia en la ilegalidad, mismos que hacen que se encuentre corrompido bajo la sombra de la ineptitud, mi posición RESPONDE a una cuestión de DERECHOS HUMANOS. Mi posición no refleja un apego a los mecanismos, sino a una organización para nuevos mecanismos de justicia. Porque si bien el grupo denominado “Antirratas” se formó para organizarse y erradicar delincuentes, bajo esa lógica ¿qué tan difícil resultaría organizarse para exigir lo que es justo? La verdad es que el tema de la exigencia merece una entrada demasiado extensa en este post y ni hablar de las investigaciones que se han dado con relación a temas como la protesta social o el plebiscito así como las raíces teóricas de la justicia, pero no es el objetivo por ahora, me limitaré a mencionar que pienso que los resultados para exigir justicia muchas veces no han sido satisfactorios y la razón se encuentra en los (falsos) liderazgos.
  3. El problema de la justicia por la propia mano no significa en este texto un problema de un acto de delincuencia (como ya dije, la ilegalidad que esto representa), sino que, además de violentar derechos humanos, produce una conciencia con miras a ser la única basada en el argumento de “Si te hacen, haz”. La crisis, producto de un problema de delincuencia, desvirtúa a la conciencia social definiendo que cualquier acto que signifique violentar derechos humanos hacia un “delincuente” sea lo correcto. Lo mismo sucede con temas como la pena de muerte donde me ha tocado ver personas que apoyan la pena de muerte a delincuentes, siendo estas personas declaradas a sí mismas como católicas, algo que para mí representa contradictorio.
  4. Todo lo anterior significa que se antepone el concepto de delincuente al de una persona. Entonces el argumento sería:
“Antes de pensar que sea una persona, es un delincuente”.
 
Tiene más peso la una con la otra.
 Sin embargo, es obvio que nadie quiere seguir siendo asaltado, violado, violentado, pero el matarnos entre nosotros sólo está dejando nuevos asesinos, nuevos delincuentes.

¿y por qué un post para esto?

Bien, no sólo esto sucedió esta semana, mis entrañables lectores a quienes ya tanto extrañaba pues hace mucho tiempo que no escribía. Resulta que me topé con la publicación de una persona llamada Maritza Espinoza que decía “#Ni una (hipócrita) más”. El texto era contundente, poderoso, cargado de una pesada adrenalina no sé si periodística, literaria o no sé de qué clase, pero era como haberse tomado 2 cafés árabes bien hechos. Recomiendo muchísimo la lectura de esa nota, pues resulta imprescindible para las ideas que a continuación presento.
Mis comentarios ante dicha composición de letras fueron:

"[...] leí esto y me dio cáncer ¿fue necesario insultar (por parte de la autora) a quienes fueron a la marcha (y de una manera generalizada) para concluir que es necesario no herirse entre ustedes (las mujeres)?
El problema es que hasta ella hace la diferencia de la que tanto se queja entre hombres y mujeres, a fin de cuentas somos personas y el distinguir entre eso es tan sólo el inicio para identificar enemigos. mucha contradicción. Pienso.
"

Aquí ya la cosa se está poniendo color de hormiga, amigos. Y si no me creen, les hago una pregunta: ¿Qué tiene de diferente la nota 1 (los mutilados) con la nota 2 (la opinión de Maritza)?
Para mí, casi ninguna. A fin de cuentas el problema central contenido en los comentarios de quienes felicitaban a los "antirratas" así como a la autora ya se convirtió en el odio para combatir el odio o denigración.
El odio fue utilizado para cortar las manos a los presuntos ladrones y evitar así delincuencia sustituyendo la ineptitud de las autoridades. Se denigró al delincuente.
El odio fue utilizado para insultar a quienes fueron a la marcha y evitar así atropellos a la mujer sustituyendo el respeto que (si entiendo bien) los hombres no dan (es decir; no herirse a sí mismas). Se denigró a la mujer que fue a la marcha #NiUnaMás.
Y a todo esto ¿por qué es odio?
Bien, ambas situaciones para mí tienen un común denominador que es la identificación con algún sector de la sociedad. En el caso de la mutilación, quienes apoyan a los antirratas se consideran a sí mismos como buenos ciudadanos, y quienes sean diferentes no sólo deben ser denigrados, sino violentados. En el caso de la marcha #NiUnaMás, gran parte de quienes se consideran feministas se sienten identificadas como mujeres y al haber recibido diversos atropellos por parte de machistas, cualquier persona identificada como machista deberá ser denigrada (ojo, no estoy defendiendo machistas, esto va por partes ¿recuerdas?) y no solamente machistas deben ser denigradas, sino que cualquier otra mujer que cumple con ciertas características diferentes, y esto se plasma en lo siguiente (escrito en la nota):

"Bueno, mi estimada, ellas son las Leydi Guillenes y Arlettes Contreras de tu minúsculo mundo y, aunque sus caras no traen ninguna marca, sus almas exhiben los moretones de tu mezquindad, de tu rechazo, de tu deslealtad, de tu cobardía y, desde ayer, de tu hipocresía.".

El problema es lo mismo: Anteponer el ser un delincuente con ser persona o humano, así como el ser mujer u hombre se antepone al ser persona o humano.
Y puede que haya quien brinque diciendo que ser delincuente es una condición social o de elección, y que ser una mujer u hombre es una condición biológica que se externaliza a condiciones sociales. Cierto, pero el punto es que ambas derivan en condiciones sociales. Uno parece ser, a primera vista, más complejo que otro, pero eso dependerá de muchas situaciones que se pongan en la mesa, uno de estos temas (que tampoco es motivo de esta entrada, pues significaría una investigación o un ensayo más elaborado) es la violencia que viven las mujeres a partir del lenguaje.
El punto es estar conscientes de las diferencias, un hombre no tendría por qué ser mayor que una mujer ni viceversa, así como un “buen ciudadano” con relación a un delincuente. Somos diferentes en muchos rasgos, pero el aspecto común que compartimos todos es que somos personas, y que por ese simple hecho somos merecedores de un respeto sin distinción de nuestra identificación, y que aquella persona que sea diferente, no es motivo de denigración ni para violentar.
Vuelvo a recalcar, creo que es, hasta cierto grado peligroso, identificarse con un sector de la sociedad (miembros de una universidad, de un país, de un género, de una "raza", de un gremio profesional), pues el exceso de ello significaría en intolerancia a partir de identificaciones que son simplemente una construcción social.

Para que no digan que nada más me la paso citándome a mí mismo, les comparto una cita de un libro que resultó para mí sumamente interesante y, hasta cierto grado y dado mi estado de ánimo de aquel momento, terapéutico de un autor llamado Amos Oz de su libro "Contra el fanatismo":

"Mucho cuidado, el fanatismo es extremadamente pegajoso, más contagioso que cualquier virus. Se puede contraer fanatismo fácilmente, incluso al intentar vencerlo o combatirlo. Leyendo los periódicos o leyendo la televisión, es posible comprobar todos los días lo fácilmente que la gente se convierte en fanática antifanática, en cruzados anti-yihad antifundamentalistas. A la postre, si no podemos vencer al fanatismo, tal vez podamos al menos contenerlo un poco."
 
Y tiene toda la razón, pues el querer exterminar fanáticos, supondría la misma situación que las anteriores.

Hace poco fui a un concierto en el cual se mostraron mensajes de desprecio hacia Donald Trump, y vuelve aquí la misma cuestión ¿Combatir el odio con más odio (denigración o desprecio) es la solución de verdad?

La solución que plantea el autor es tener la visión del humor hacia nosotros mismos. Poder cambiar de ojos bajo una idea que desarrolla que dice:

"Solo el que ama puede convertirse en traidor. Traición no es lo contrario de amor; es una de sus opciones. Traidor -creo- es quien cambia a ojos de aquellos que no pueden cambiar y no cambiarán, aquellos que odian cambiar y no pueden concebir el cambio, a pesar de que siempre quieran cambiarle a uno. En otras palabras, traidor, a ojos del fanático es cualquiera que cambia. Y es dura la elección entre convertirse en un fanático o convertirse en un traidor. No convertirse en fanático significa ser, hasta cierto punto y de alguna forma, un traidor a ojos de fanático."
 
Y sin duda es posible que yo esté cayendo en mis propias contradicciones con relación a mi vida personal, pero debo admitir que todo esto para mí va siendo nuevo a medida que observo lo que me rodea, es por eso que decidí escribir este post. El punto es tener esa pequeña luz de conciencia en este tema que derivará en paulatinamente hacer que coincidan nuestras acciones con nuestros pensamientos hasta que podamos vivir en armonía.

lunes, 17 de octubre de 2016

Sólo hasta que la situación es negra se pueden distinguir los grises

Anteriormente ya había hecho referencia a esta Opera de Salles. Pero no en la misma situación.
cinismoilustrado.com (cuando antes rifaba)

Porque todo inició cuando me la mentaron en una combi.
Porque es octubre.
Porque ya son 4 años.

Muchas gracias.