viernes, 15 de mayo de 2015

Porque los elefantes nunca olvidan

Advertencia

   Sin miedo a los sentimientos, he decidido publicar esto. ¿Por qué? Bien. Uno siempre juega el papel del defensor de la libertad de expresión y de los derechos individuales ¿no? A fin de cuentas ése es el legado francés que todos admiramos.
   Mejor dicho ése es el papel que todos contemplamos, defendemos, pero que no somos capaces de ejercerlo plenamente hasta que el famoso dicho liberal aparece “No hagas lo que no quieres que te hagan”. Entonces, si bien puede uno ejercer opiniones deliberadamente ¿qué caso tiene si me pongo maldito al momento de que me ofenden?
   Anteriormente he tocado el tema de la libertad de expresión en una de sus vertientes, pero no me detendré en discutir con una bola de pendejos que siempre se justifican con los mismos argumentos porque creen en las supuestas minorías generalmente avasalladas por las supuestas grandes mayorías.
   Si después de leer esto, su opinión hacia mi persona cambió, bien. Sino, también. No se lo tome personal, hago esta aclaración para evitar malos entendidos (ante los cuales, mis intentos han resultado fallidos, siempre me terminan malinterpretando). Y algo muy importante, en este espacio no estoy para dedicar a personas conocidas específicas mis pensamientos, mis amoríos, mis nervios, mis sentimientos. No verán una dedicatoria o una referencia (principalmente femenina) hacia alguien…
   Pero como dicen: Hay que aprender a leer entre líneas…

Porque los elefantes nunca olvidan

   Las gordas no tienen de otra que ser graciosas.
   Las gordas no entienden que la amistad entre un hombre y una mujer no es como la de una mujer con otra mujer. En principio, no entienden que la amistad no existe. Les sale muy bien eso de andar chingado amigablemente hasta que cuando menos te das cuenta ya estás saliendo con ella, dándole gusto; en el sentido de estar con ella caminando, fumando un cigarro, platicando… esas cosas. Las gordas no entienden cuando ignoras o no quieres saber nada del mundo porque creen que estás enfermo, triste, desconsolado y que necesitas ayuda, y que para remediar tu mal ahí están ellas, te buscan hasta por debajo de las piedras para preguntarte lo que no querías que te preguntaran “¿Estás bien? Me tienes muy preocupada”.
   Las gordas no entienden muchas cosas por muy inmensas que éstas sean.
   Las gordas no entienden nada, de hecho.
   A veces hablar con ellas significa sobrepasar el límite permitido por su propio CI. No entienden eso de la res pública, no entienden esas cosas. Es el único saco que les queda grande. Por eso se guían hacia las mismas cosas, los mismos modelos de vida, los mismos modelos lineales de vida que están catalogados como correctos, como bien vistos. Las gordas no entienden cosas porque sólo están para dar una respuesta afirmativa o negativa sin dar justificaciones. Ellas, precisamente no tienen la necesidad de leer a los buenos, no leerían a Fante, no leerían a Faulkner, no tendrían las agallas para leer a Hegel, Goethe ni mucho menos Nietzsche. En estos tiempos lo que pega demasiado son las frases que hay en todas partes (las cuales se dudan de su veracidad), con eso tienen para tener una plática de conversación de corte limitado. Las gordas no tienen de otra que ser buenas personas, porque si fueran unas perras desalmadas o unas viudas negras sabrían que se verían ridículas. No tienen de otra, saben que están en un callejón sin salida.
   Las gordas no entienden las relaciones, creo que en eso se resume la cosa. Sí. Elementalmente es eso. No entienden cuando uno les dice NO, no entienden cuando no las quieres ver, no entienden cuando saben que no tienen oportunidad de conseguir novio, no entienden que el rito de culto hacia el sexo lo desvirtúan hasta el punto de lo bajo, de lo grotesco, de lo inaceptable, de lo inaceptable, de lo inaceptable, de lo intolerable, de lo repulsivo, y todo eso por la insistencia en decirlo y aún creer que lograrán resultados distintos bajo esos métodos, hacen que se vean deseosas de que alguien les meta el tornillo en la tuerca… las gordas entienden muy poco cuando uno les dice que les tienes asco, por eso mientras más sarcásticamente les hables, más estarán pegadas a ti, porque les gusta la mala vida. Y por eso mismo se acercan a ti como un perro fiel, moviendo la cola estrepitosamente, saltando alegremente, ladrando, escurriendo la baba en la espera de que tú digas “Ok, <inserte el nombre de la perra aquí>, ponte tu collar. Vamos a dar un paseo y te va a gustar”.
   Las gordas no entienden eso. De hecho, ésto no lo entenderían tampoco.
   Las gordas, las gordas, las gordas. Todos nos hemos topado con una así ¿no?
   Las gordas anticipadamente de que tú termines un comentario ya están dándote la razón, porque esa es su naturaleza: conservar amigos, creerse la mentira de la amistad y de que el sistema funciona, dar la razón para conservar los amigos. Encajar en la sociedad, sentirse aceptadas, sentir que están tomando el camino correcto ante un hombre, cualquiera que este sea. Es su forma de ser.
   Las gordas no saben que hablar y expresarse como estúpidas las hace ver y ser estúpidas, hablar infantilmente, hacer expresiones que comúnmente no se hacen son características de ellas.
   Ellas. Las gordas. Tienen una peculiaridad muy similar a la de los ancianos. Es decir, un día estaba yo en un museo y estaba disfrutando de un concierto de música mexicana muy interesante tocado a flauta. A dicho museo llegué solo y estuve recorriéndolo solo también, dicha sea mi suerte en este episodio. Me senté junto un anciano, estuve disfrutando de la bella música, haciéndome sentir bien desde hacía mucho tiempo.
   Salí para tomar el programa, pero previo a levantarme el señor me dijo.
   -    ¿ya te vas?
   -    No. –dije-Voy a tomar un programa para ver qué canciones siguen
   -    Ah, pero ¿vas a regresar?
   -    Posiblemente, me está agradando este lugar
   -    ¿Y vienes solo?
   -    Mmm. Sí
   Al regresar a mi asiento, tomé el programa y dicho señor se comportaba muy amable, aunque me hacía comentarios sobre qué curioso que una persona tan joven escuchara música “para viejos”. Hicimos conversaciones conforme el hacía preguntas sin dejarme disfrutar el concierto como debía de hacerlo.
   Al finalizar el concierto ocurre la tragedia.
   -    Me intriga que una persona tan joven como tú le guste esta música
   -    Sí, sí me gusta
   -    Dime ¿Dónde vives?
   -    En un lugar cerca de la estación del metro cuatro caminos
   -    Yo trabajé cerca de ahí hace mucho tiempo. –Agregó innecesariamente-. Inclusive yo nací en el Estado de México
   -    Ah
   -    Ahora vivo en Mixcoac, cerca de periférico por donde se encuentra el mercado. –Yo conocía aquel lugar, de hecho lo frecuentaba constantemente porque había (o hay) comida muy buena por ahí.
   -    Ah, por donde salen los camiones para ir al Olivar, o algo así se llama el lugar.
   -    Sí. Ahí mismo. Bueno, no sé qué vayas a hacer al rato.
   -    Bueno, debo ir a otro museo y después regresar con mi familia. –Tenía familia en ese entonces
   -    Ah bueno.
   -    Nos vemos señor.
   Estrechamos las manos y me fui a otra exposición, él aparentemente salió del museo.
   Pero no fue así.
   Estando en otra sala, disfrutando de la exposición sentí un llamado de hombros y al voltear era él. El señor de las manos frías.
   -    Me estaba preguntando si tenías algo que hacer en un rato
   -    Sí, tengo que ir a otro museo, tomar unas fotos, regresar a mi casa y ser feliz.
   -    Ah, es que me preguntaba si te gustaría ir a mi casa y, no sé, quizá comer o algo así.
   -    No, señor, tengo cosas qué hacer. –La incomodidad fue la que habló por mí.
   -    O bueno, no sé si te parezca vernos la siguiente semana en la fuente que se encuentra aquí afuera entre las 11 y las 12.
   -    No lo sé señor. Tengo novia. Pretendo salir con ella la siguiente semana –También tenía novia en ese entonces.
   -    Bueno ahí voy a estar.
   Se fue y me sentí acosado, observado, como si una gorda se me hubiera acercado, me hubiera guiñado y tras decirle que soy hombre heterosexual, hubiera entendido que intentaba hacer ligue con ella.
   Así se siente uno. Está bien salir con ellas, pero para ellas eso sólo es un espejismo, es una trampa para ellas, porque para ellas no significa salir con un hombre, significa salir con el posible siguiente novio. Ellas creen que ambos deberían estar pensando cada semana, cada día, cada hora el siguiente encuentro. No. Alguien tiene que hacer el trabajo de hacerlas sentir bien saliendo con ella, alguien tiene que hacer el trabajo sucio.
   Así son ellas, deseosas y queriendo contagiar ese deseo no tan sutil obteniendo resultados contrarios.
   El resto de sus amigos también pueden ser víctimas o pueden padecer de los efectos de tener una gorda cerca. Porque ellas son peligrosas. Son una bomba grasienta susceptible a quebrar en llanto si sus amigos la cancelan, si no la toman en cuenta, porque para ellas la idea de la amistad es un tabú, un tema que indubitadamente está sujeto a las condiciones sociales que se ven en la televisión, aquellas que cuando necesitas una mano el otro estará ahí incondicionalmente. Porque además son muy sentimentales.
   Al salir con ellas se enfrentan varias complicaciones, la principal es verlas caminar. Desde que tengo memoria odio que las gordas caminen moviendo las manos, es decir; que los músculos debajo del brazo estén tan hinchados que no puedan tener los brazos en dirección completamente hacia el piso y que por no poder hacerlo, al caminar se muevan los dos brazos. Esto significa sólo una cosa: al estar con ellas no hay razón sensata para creer en el espacio. Poca movilidad, exceso de espacio en el transporte público, sudor excesivo, lentitud al caminar, no poder trepar un árbol, no poder saltar sobre una piedra, no poder vivir.
   Pero bueno, considero que no debería ser tan duro contra ellas, a fin de cuentas no son malas personas y tienen un papel importante dentro de este juego que ellas decidieron jugar y que lo hacen muy mal. Quizá no debería generalizar sobre lo que he expresado, a fin de cuentas eso lo hacen las gordas.

domingo, 3 de mayo de 2015

Tercera categoría

Este post puede ser considerado la última parte de lo que llamaría "la trilogía de los puntos", donde sin esforzarme en hacer carburar de más a mi cerebro, les platicaré un poco sobre Eduardo Terrazas. Me gustaría darle continuidad a este tipo de post y hablar sobre otras exposiciones interesantes a las que he dedicado mi tiempo, como el Visual Art Week en las calles de la ciudad y en el Museo JUMEX de Arte Contemporáneo, la exposición de Henri Cartier-Bresson en Bellas Artes (para quien me invitó: Muchas gracias), la exposición "Leonardo, Rafael, Caravaggio: una muestra imposible. Las obras de arte en la era de la reproducción digital" en el CENART, "La vuelta en bici" en el Mayer o la exposición de Michael Landy en San Ildefonso, pero no soy guía turística para recomendar exposiciones ni un crítico importante con cosas relevantes que decir.

En fin. la pregunta es "¿Por qué Eduardo Terrazas?" Bien, antes de eso hay que recordar cuáles son las dos primeras partes de esta trilogía. La primera parte fue la crítica que se hizo sobre la exposición de Kusama en el Museo Tamayo, la segunda parte fue la crítica sobre la exposición de Lance Wyman (respetable señor) en el MUAC, que más bien es como un soporte o justificación de cómo debería ser el buen arte, una justificación argumentativa sobre lo negativo que se vio en la primera parte, y si se leyó dicha segunda parte, se encuentra un apartado que dice que el logotipo de los Juegos Olímpicos del 68 cuenta con un disputa poco conocida sobre quién es el autor principal de dicho logotipo ¿Wyman o Eduardo Terrazas?

Bien, este post no pretende encontrar el hilo negro de la incómoda situación, básicamente es un compromiso personal para darle continuidad a lo que se inició en algún momento.
Bien. Este recorrido de exposiciones ha sido muy enriquecedor, uno se va dando cuenta de los íconos de la ciudad, de los héroes, de los intocables, de los inmortales anónimos y conocidos por muchos. Por ejemplo, en el caso de la arquitectura; todo buen arquitierno debe conocer de pe a pa a Pedro Ramírez Vázquez. De hecho, la ciudad debería llamarse algo así como:

El Valle de Ramírez Vázquez.

Este arquitecto, diseñador y eminencia dio a la ciudad varios de sus grandes íconos urbanos, ésos de los cuales los chilangos hacen creer que esos íconos son suyos, es decir, que ellos hicieron los planos, pusieron la primera piedra y que con suma de voluntades, trabajo y chilanguismo, alzaron a lo más alto los monumentos y que después los usan de argumento enorgullecerse de haber nacido en  ésta, La Ciudad.

Sí. Y así son, por eso la mayoría es americanista, porque entre más chilango sea uno, más americanista es ¿o no? variables directamente proporcionales.

Volviendo a Ramírez Vázquez, esta personalidad ha tenido grandes influencias en muchos arquitectos, es importante mencionar que este personaje fue parte importante en el comité organizador de los juegos olímpicos de 1968, entonces ¿qué puedes deducir al respecto? Sí, trabajó hombro con hombro con Lance Wyman y con Eduardo Terrazas, ambos hacen referencia de él de una manera muy positiva, principalmente por la integración del equipo de trabajo para organizar todo lo necesario para los Juegos Olímpicos de México.

Para tener un mejor contexto de la situación, recuérdese que en aquellos ayeres la carrera de Diseño Gráfico no existía. Por lo que estos años no sólo fueron importantes para una etapa deportiva en México, sino en aspectos como profesionales (la creación de carreras, universidades), de infraestructura (el Metro), entre otros.

Y quizá siendo de un perfil bajo, pero con una importancia sobresaliente, se encuentra Eduardo Terrazas, donde su exposición "Segunda Naturaleza" se encuentra en el Museo de Arte Carrillo Gil.
En resumidas cuentas, la primera naturaleza es la creación  primera, aquello que sin la posibilidad de crearlo por el hombre ya existe. El hombre es un subproducto de esta primera naturaleza y la segunda naturaleza es la posibilidad de estructura.

El museo tiene una colección completa de obras de Clemente Orozco y de David Alfaro Siqueiros, pero en la entrada a la exposición de Eduardo Terrazas hay dos citas.

Las citas corresponde a un libro (Rudiger Safranski ¿Cuánta globalización podemos soportar? Tusquets Editores México, S.A. de C.V. Traducción del alemán de Raúl Gabas). Claramente en uno de esos letreros, la evidencia sobre que la cultura es la segunda naturaleza es clarísima.

Lo que me viene a la mente al leer esto son las diferentes ciencias o disciplinas que buscan diferenciarse de los animales, es decir; Aristóteles mencioba que el hombre es un animal, pero un Animal Político (Zoon Politikón), es decir, que lo que defierencía al hombre de los animales es la Política, en Marx es el trabajo, Maquiavelo y Hobbes nos dicen que es malo, malvado, también dentro del pensamiento administrativo Herbert Simon dice que el hombre cuenta con una racionalidad limitada. Y los ejemplos no se acabarían.

Pero el más importante por el tema precisamente de la cultura, es Freud. En su afán de querer psicoanalizar la cultura o de encontrar respuestas a los productos de la psique se pueden encontrar en El malestar de la cultura las causas que se originan de la pertinencia de una determinada cultura. Entonces ¿la cultura es algo ajeno, algo distinto? Podría ser. Dentro del estudio de la cultura la opinión se encuentra dividida, si bien Freud busca respuestas a través del psicoanálisis o procesos cognitivos, hay autores que no se empeñan en encontrar una respuesta, sino comprender a la segunda naturaleza como soporte de la primera, como lo hace Marvin Harris en "Antropología Cultural". En estas dos citas se dispara una impresión que parece hacer alusión a creer que la cultura es precisamente eso, algo ajeno, algo que nos fue adaptado, que se puede configurar, modificar, y que puede llegar a tal grado de revertirse contra la primera naturaleza. Estas dos citas las encuentro ligadas tangencialmente con el sistema capitalista. Porque dicho sistema no responde a tradiciones, no responde a ritos ni a cultura, sólo responde a un interés: la acumulación del capital. En este sistema su base se halla en lo que se conoce como "la suma cero", donde lo que uno gana, el otro lo pierde, al menos ese el la columna vertebral del sistema capitalista, por dicha razón existe la especulación.

¿Qué tiene que ver lo anterior con las citas? Pues bien, en este juego de suma cero y de acumulación, la cultura se diluye, quizá es a lo que se refiere la cita. A dejar de tener respeto a lo que se dio antes de nosotros, de agotar los recursos para crear este nuevo modelo económico, el cual ninguna cultura conocida previa a la creación del dinero llevaba a cabo. Es por eso que dicha exposición remite a la creación (la primera naturaleza) a través de las obras.

En Posibilidades de una estructura se encuentra la mayor parte del trabajo hecho por Terrazas, sus diseños muestran la pregunta ¿Qué pasaría si? porque la configuración de la imagen representa la posibilidad de creación partiendo de diseños con miles de posibilidades estructurales.



Para la sección El hilo y la cera de campeche, Terrazas muestra obras que remiten a la práctica artesanal huichol, con hilos de estambre adheridos a una tabla de madera mediante el empleo de la cera de campeche. Esto muestra la dificultad de la fabricación textil. La atención que se le debe prestar a esta técnica frecuentemente recurrida por Terrazas va dirigida a la vinculación de las técnicas ancestrales mostradas en un concepto contemporáneo del arte, como un encuentro de culturas para precisar lo fundamental.

Trabajos con técnica en hilo y cera de campeche.
Es importante mencionar que como diseñador, es natural que Eduardo Terrazas haga uso del aspecto geométrico para referenciarlas en sus obras. Algo como la obsesión simétrica que tenía Henri Cartier-Bresson en la fotografía.

Esta es la sección Deconstrucción de una imagen, donde las obras están formadas a partir de paneles triangulares que responden a patrones para entender la obra como un todo, como una totalidad. Algo muy importante dentro del arte, al menos esta postura se ha mantenido firme desde la primera crítica que se hizo en la exposición de Kusama.

Hay una sala con espejos, algo parecida a la que se uso en el museo Tamayo con Yayoi Kusama, pero muestra la posibilidad (si bien, infinita, como quería mostrarla Kusama) de observar la obra como un todo que se multiplica en infinitas líneas para formar páneles. En la sala una de las "paredes" es una pantalla que refleja un video, y el resto de las paredes así como el techo y el piso son una especie de espejo que reflejan el mismo video haciendo que la dicha totalidad se entienda. Es importante destacar que en el video se puede ver desde una perspectiva óptica de espacio negativo; esto es, que puede ser un espacio negro con líneas negras multiplicandose para formar una pantalla blanca y después líneas negras hasta formar una pantalla negra. Esta parte se llama Instalación de crecimiento exponencial. El video es el siguiente (sólo es la primera parte, la parte de colores no se muestra):
  
Esto fue grabado desde mi cámara.
 
Esta instalación de crecimiento exponencial también incluye las siguientes obras, las cuales se vieron en el video.
Como una antítesis de lo que se ha visto como una estructura se muestra en la exposición la sección Universo, las cuales son capas superpuestas de color. Cabe hacer una apreciación de alcance conceptual a esta sección. Se dice que esta sección es un núcleo cohesionado a partir de la idea misma de la creación (sí), y es lo que hace interesante el trabajo de Terrazas. Deteniéndonos en los estudios que se le han dado al orden y al desorden (dentro de todos sus enfoques) es destacable un poco lo que dice Georges Balandier y cito su libro El Desorden, primera parte Orden y desorden.

"El comentario mitológico no tiene fin. Lo que me importa, en este texto, es la lógica que actúa para dar al mundo una unidad, un orden, un sentido primordial; es captar cómo la creación pensada a partir de un caos inicial impone sin cesar el doble juego de las fuerzas del orden y el desorden, y las figuras mediante las cuales aquéllas actúan."[1]

Balandier es muy exacto en este sentido. En esta parte toca el tema de los mitos fundacionales. ¿Qué es un mito fundacional? una especie de crónica de orden, ya se mitológico, o de algunas deidades que intentan explicar la existencia y razón de ser de algunas culturas. Dicho autor inclusive menciona el caso de los Mexicas aunque de manera tangencial porque no se involucra demasiado en la formación de estas culturas a partir de los mitos que tuvieron, pero sí es enfático en una cosa: En el comienzo era el caos. En el sentido de que el desorden precede al orden. La ciencia quiso primero la muerte del mito, como la razón la desaparición de lo irracional. Extinguir los mitos fundacionales para obtener una especie de explicaciones existenciales es la premisa de la ciencia desde el punto de vista del autor, homogeneizar la idea de la creación. El ejemplo más claro del que puedo aportar es la creación de todo, el denominado Big Bang, que no es otra cosa que el inicio de todo, pero ¿a partir de qué? Del desorden, de la explosión que provoco caos en "la nada" para generar un cosmos que nos rige (Se origina del término griego κόσμος (kósmos), que significa orden u ornamentos).
Los ejemplos para generar panorama son amplísimos, como el caso de Eva y de Lilith, representando el orden y el desorden que quiso combatir Dios.

En esta exposición, primero se vio la parte del orden, de la estructura formada. Pero ahora se ve la antítesis: el desorden. Representando ese choque ya no como el que veíamos de lo ancestral con lo contemporáneo sino un choque entre lo micro y lo macro, estas variables cobrarían sentido si se ve que lo micro puede ser lo ancestral, lo fundamental, mientras que lo macro es una desambiguación hacia lo contemporáneo que será enriquecida con la siguiente sección.
 




Por último, se encuentra la parte de Museo de lo Cotidiano, dicha sección enriquece la anterior en el sentido de que muestra obras con objetos cotidianos (precisamente). Esto para mostrar la simplicidad de la representación.

Últimamente he notado en los museos de arte contemporáneo la utlización de este recurso, de lo cotidiano, de lo común, hacer de esto arte, o más bien, mostrar que siempre lo fue (quizá), y que su importancia radica en que no percibimos dicha importancia porque trasciende hacia lo social, hacia la formación de algo (ya sean sociedades, cultura, identificación, etc.)


El trabajo de Terrazas es dedicado. El punto de que se cruza con el trabajo de Wyman se ve sólo en un cajón, se ve un periódico con una nota que no promete mucho de información sobre los trabajos de organización de los JJOO, así que sobre este asunto, no hay mucho de qué hablar.
Sabiendo que Freud proponía metodologías para encontrar las psicopalogías ante aspectos de la vida cotidiana (como errores comunes u otros), sus trabajos han tenido una sombra que hasta ahora no se ha podido quitar. Estos trabajos han tenido en algunos aspectos una enemistad con algunos escritos sobre la cultura, ya que no se podría encontrar diagnósticos a ciertos rituales, creencias o tradiciones. Esta es la parte que quizá Terrazas pretende mostrar en esta exposición, decir que la cultura no se puede explicar, porque no hay reglas determinantes que pueden regir a todas las culturas, que no se puede homogeneizar el lenguaje, que no se puede pretender una estandarización de tradiciones. Esa fue mi percepción.

Terrazas. Hombre interesante.







[1] Balandier, Georges (1989). El Desorden. España, Gedisa, p. 19. Traducción del francés por Beatriz López.