domingo, 22 de mayo de 2022

Jugada maestra

Muchos fieles lectores de antaño saben que en 2018 publiqué mi avance sentimental sobre la tesis y la presentación del examen profesional. Al grado de emocionarme tanto por hacerlo.
No sé si lo conté por acá, pero a pesar de constituir el día más importante de mi vida (hasta ahora) existe un recuerdo bastante triste en ello.
He platicado frecuentemente cómo a veces me ha afectado la comparación que existe por parte de mis padres hacia mí con respecto a mis hermanos. El peso que se carga por no ser un alineado a veces es duro. Pero no hablaré de eso hoy, hablaré de ese recuerdo triste.
Aquel día, varios amigos fueron a verme, incluso mi abuela, 2 primas, mi hermano gemelo y mi madre, esta última acudió de último momento, pues no tenía pensado asistir. Y mi padre ni siquiera pensó en ir (porque su trabajo era más importante, al parecer). No había nada preparado para mi posterior celebración (no es que lo pidiera, pero bueno, al menos hubieran pensado algo). El punto es, yo llegue ese día a casa de mi mamá para celebrar un rato y no había nada con qué hacerlo. Mi tía, super amable y hospitalaria como siempre (no es sarcasmo, es en serio) no sabía siquiera que había algo importante que celebrar, así que mandó a traer unos pollos rostizados, tortillas y sacó unos frijoles que ahí tenía.
Honestamente la pasé bastante bien. Lo feo de este día llegó pocos meses después, cuando en el examen profesional de mi hermano hubo bocadillos preparados y compartidos en los pastos con los sinodales, grandes halagos, felicitaciones y elogios.
Quienes me conocen, saben que no tengo ningún problema con eso, el punto jamás es mi hermano, pues es la persona más importante en mi vida. El problema es el minimizar la ciencia social, y quién la estudia, incomprenderla.
Ciertamente me dolió mucho pensar en las diferencias empujadas por quienes me criaron, la verdad. Es por eso, que he decidido algo.
Espero poder titularme este año, la tesis de maestría prácticamente ya está concluida y deseo nuevamente hacer mi examen profesional (aunque ya no estoy tan emocionado, la verdad). Pero, quiero convertir un triste recuerdo en una tradición. Un giro para convertir algo triste en un símbolo de triunfo.

Quiero celebrar con mucho pollo rostizado, ir a comprarlo yo mismo, y saborearlo. Quiero que la gente que realmente esté dispuesta a hacerlo conmigo, tenga el valor para aceptarlo, compartir un momento tan importante con un detalle tan bello como el que mi tía tuvo como consideración. Ese aprecio que tuvo hacia mí quiero compartirlo con la gente que me rodea y se interesa por mí. Quiero potenciar ese bello gesto que tuvo mi tía para darme un poco de alegría, aunque haya sido improvisado.

No quiero aceptar menos.

domingo, 15 de mayo de 2022

Una pena total

Bien, el tema de hoy será un poco (bastante) serio. No soy un experto en el tema, sin embargo, la pena de muerte y los Derechos Humanos son temas que me parecen relevantes tanto por su origen, así como la manera en la que son aplicados en la sociedad moderna. Por lo tanto, no esperen un texto científicamente preciso, sino una opinión basada en la curiosidad y, lamentablemente, la percepción. Digo lamentablemente, porque me gustaría poder hablar de estos temas con mayor precisión teórica.

Empezaré por lo siguiente, recién estaba viendo un programa de televisión de comedia, es muy conocido, pero el tema se desvío al punto de que empezaron a enaltecer en demasía la política de Bukele (actual presidente de El Salvador) sobre el encarcelamiento a "pandilleros" y demás sospechosos de crímenes en el país. Me dio mucho coraje, mucha tristeza y decepción, porque si bien la inseguridad es un problema serio en el país ¿por qué intentar resolver con una simple apariencia y vulnerando los Derechos Humanos?

En este post hemos hablado anterior sobre el odio, el fanatismo y la intolerancia, principalmente por la noticia de una mutilación de manos a ladrones en Tlaquepaque. Y es necesario volver a tocar este tema, dado que siempre cabe reinventarse a sí mismo.

Me ha parecido siempre bastante preocupante que dentro de ese tipo de opiniones siempre esté permeada la percepción implícita de "quiénes son los buenos, y quiénes son los malos" bajos sus respectivos argumentos, principalmente enfocados a diversos crímenes cometidos como los asaltos, asesinatos y demás, siempre hay una distinción de "nosotros" y "ellos".

"Hay gente trabajadora que se levanta a las 5 am para ir a trabajar y llegan 2 cabrones a quitarles todo lo que les ha costado. Métete tus Derechos Humanos por el culo, qué gusto me da ver ratas asesinadas"

Todo lector aquí está consciente de que esto es un crimen, una injusticia. Pero aunque a los detractores de los Derechos Humanos les cueste entenderlo, tampoco es culpa del ladrón ser así, del todo. Existen siempre causas socioeconómicas, familiares y demás que influyen en la vida de las personas. Acabar y abatir al delincuente no acabará con el problema de inseguridad porque lo que lo orilló a hacer eso, no ha terminado completamente.

Las primeras ciudades occidentales, como es el caso de Ávila en España, son conocidas por contar con murallas. Así eran las ciudades antiguas, amuralladas en la Edad Media, para preservar e interés de sus habitantes, sin embargo, el costo que representaba era siempre ver al extranjero como un bárbaro, un diferente, un sujeto sin acceso a derechos, un ignorante. Siempre existe un adentro y un afuera, un ciudadano/civilizado y un bárbaro. Ese pensamiento, propiamente occidental, se ha venido reproduciendo dentro la sociedad moderna para definir grupo de acuerdo a la condición social a la cual pertenecemos. Existen los que trabajan y los que no estudian, los que pagan impuestos y los que tienen su puesto en la calle. Los que pueden confinarse y los que no.

El hecho de que exista un diferente, es motivo de odio.

Esto resulta particularmente peligroso, porque muchas veces se tiene la idea de que el discurso de odio se expresa en casos como los de este fin de semana en Estados Unidos, donde en Buffalo se perpetró un atentado contra población mayormente negra en un supermercado, un claro crimen de odio (de hecho Estados Unidos tiene un largo historial de crímenes de odio contra población negra, como es el caso de Dylann Roof, entre muchos muchos más) y no siempre es así. El discurso de odio también se tiene al despreciar al que no pudo estudiar, quien vive discriminación laboral tachándolo de nini, a quien no puede viajar, a quien no puede salir de casa de sus padres. Y todo eso, porque nosotros sí pudimos lograrlo (cuando muchas veces eso es producto de los privilegios recibidos durante nuestra formación desde la infancia).

El discurso de odio también se ve reflejado en celebrar un encarcelamiento a "pandilleros" y tenerlos sin agua, luz, comida, ni baño. Tenerlos como animales. Ese también es un discurso de odio, pues parte de esa noción de unos contra otros.

Esto deriva, innecesariamente, en la pena de muerte y su debate. Mis días últimamente han girado en torno a lo que mi profe de filosofía de CCH nos decía (que, por cierto, debo agradecerle haber conocido la epistemología con él, así como la lógica):

El Partido Verde propone pena de muerte para violadores y asesinos, pero la perspectiva de la lógica y las tablas de verdad, hemos podido comprobar que no puedes castigar lo que estas cometiendo, un asesinato. Por lo tanto esto constituye una de las falacias que les acabo de enseñar.

Por mucho coraje e impotencia que tengamos, siempre he sido de la idea de no caer en pensar con el hígado y buscar ver sangre correr por crímenes cometidos. Claro, una idea muy persistente será "¿pero cómo confiar en las instituciones si son quienes encubren?", eso lo torna muy complicado. Es por esa razón que entiendo perfectamente el descontento y la rabia con la cual se llevan a cabo marchas exigiendo justicia, como los feminicidios.

Terminar con la vida de alguien, que si bien cometió un crimen, solamente aviva las ganas de que se institucionalice el asesinato. Asesinos matando asesinos.

Los Derechos Humanos siempre molestan a las personas indicadas, porque son incómodas para quienes quieren justicia a propia mano. Creo que debemos empezar a considerarlas quitándonos la óptica que hay buenos contra malos.

El punto al que quiero llegar y concluir es:

A veces es fácil querer pensar con el hígado, y más viviendo en un país con amplias desigualdades en el sistema penal, pero eso no debe ser motivo para despreciar al diferente. Esas desigualdades orillan a cometer ciertos crímenes. Y esas mismas desigualdades, de las cuales muchas veces te sirves de sus beneficios como privilegiado, te orillan a cometer el crimen de odio mediante ese mismo desprecio. Solamente reproduces ese discurso de odio.